Esta semana, celebramos el “Día de la independencia” —el 74o aniversario de la declaración del Estado de Israel. Por una parte hay una sensación de gran orgullo entre las personas, de que en tan corto tiempo y bajo incesantes amenazas, se logró conseguir en esta tierra la construcción de un país con una economía desarrollada y un ejército poderoso.
Por otro lado, gran parte de la población experimenta todo ésto con mucha fragilidad. Sondeos muestran que la mitad de los israelíes tienen miedo de que pueda volver a suceder el Holocausto del pueblo judío.
¿Cuándo llegará el día en que sintamos la fuerza de la estabilidad de nuestra existencia en esta tierra? Vendrá cuando en verdad deseemos que sea así. No entendemos que la estabilidad y la seguridad depende sólo de nosotros, los israelíes.
Nos parece que dependemos de miles de factores externos. Pero, de hecho, son ellos los que dependen de nosotros, no nosotros de ellos. Hay una fuerza espiritual en nosotros, pero no la utilizamos. Es la fuerza de conexión y de amor entre nosotros, dentro del pueblo de Israel.
No existe otra fuerza en el mundo sobre la cual algo se pueda construir. No tenemos estabilidad debido a que no descubrimos esta fuerza entre nosotros. Se manifiesta en sí misma si tratamos a los demás con amor, con calidez –ésta es la fuerza del Creador. Con la ayuda de esta fuerza, es necesario construir el país, la nación, el mundo entero.
Aún no hemos alcanzado la paz sobre esta tierra porque no queremos construir con seriedad nuestra gente y nuestro Estado, bajo una base genuina. Sólo necesitamos dejar de mirar a nuestro prójimo judío como extraño y ajeno. Es sólo ésto lo que no nos permite llegar a la paz y la tranquilidad.
Estamos obligados a tratar a cada uno de los demás como hermanos, no como amigos – si se requiere. Tengo esperanza de que entendamos lo que es la independencia, cómo llegar a ella, cómo construir y usar apropiadamente la fuerza de la independencia.
Un país independiente es una reunión de personas en una conexión, donde se revela una fuerza superior que nos vincula por la fuerza de la garantía mutua y nos conduce a la libertad del egoísmo. Ésto significa “ser un pueblo libre en tu país”, es decir, ser libre del deseo egoísta.
Este estado se llama «independencia». Al final, nos hacemos independientes del egoísmo, nos sobreponemos a él en nuestra conexión y de esta forma, construimos un país, una nación. Un país construido de esta manera, garantiza la paz y la tranquilidad.
E Israel ciertamente se convertirá en éso y cuán rápido suceda, dependerá del pueblo de Israel. Deseo que todos lo veamos cuanto antes.
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