Prefacio a la Ciencia de la Cabalá – Puntos 13 al 16

Prefacio a la Ciencia de la Cabalá (Ptija) – Puntos 13 al 16, Compendio

13. De la misma forma en que los objetos corporales están separados por el espacio, los objetos espirituales están separados por la diferencia de atributos. Dos personas cuyas opiniones son similares están cercanas, mientras que aquellas cuyas opiniones son opuestas están alejadas e incluso estando en estrecha proximidad física, se sienten distantes. Por consiguiente, los objetos espirituales se encuentran cercanos o alejados entre sí únicamente debido a sus atributos. La diferencia de atributos los separa, mientras que la similitud de atributos los une llevándolos a la adhesión.

El deseo fue creado por el Creador y no es ni bueno ni malo. El estado de la criatura no lo determina el deseo, sino para quién utiliza el deseo. El Creador otorga y por lo tanto, cuando la criatura utiliza el deseo «para otorgar», es similar y cercano al Creador. Por otra parte, la criatura que utiliza el deseo «para su propio beneficio», (para recibir) está en oposición al Creador y por consiguiente alejado de Él.

En aras de la brevedad, en la Cabalá utilizamos los términos: «deseo de recibir» y «deseo de otorgar», pero ambos aluden a la utilización del mismo deseo:

  • «Para sí mismo» – llamado » recibir», o

  • «Para el Creador» (o para el amigo) – llamado «otorgar».

Sin embargo, no debemos olvidar que el deseo de otorgar no existe en la naturaleza. Sólo existe el deseo de recibir (recibir llenado, placer). Sin embargo, si este deseo se utiliza «para el Creador», entonces es completamente equivalente al otorgamiento.

14. La cuarta fase que experimenta, que es opuesta al Creador, deja de recibir la Luz. A esta acción se le llama Tzimtzum Alef (la Primera Restricción). Como resultado, el deseo continúa vacío. Entonces decide que continuará recibiendo únicamente si esto complace a Quien da, el Creador.

15. Así surge una nueva condición de recepción: recibir sólo para el Creador. Al hacerlo, la criatura alcanza la equivalencia de forma con el Creador. Por ejemplo: una persona llega a la casa de su amigo, quien le invita a quedarse a cenar. Naturalmente, el invitado rechaza la comida, sin importar cuan hambriento esté, porque no le gusta sentirse como un receptor que no da nada a cambio (como lo haría en un restaurante, por ejemplo). Sin embargo, el anfitrión insiste y lo convence, diciendo que al aceptar la cena el invitado le estará dando al anfitrión una gran alegría. Cuando el invitado siente que esto es realmente así, está de acuerdo en aceptar la cena, porque ya no se siente como un receptor, por el contrario, siente que él está complaciendo al anfitrión y que le hace un favor al aceptar recibir de él

De ello se deduce que, a pesar del hecho de que el invitado tenía hambre y no podía recibir por causa de la vergüenza de recibir, la persuasión del anfitrión y la negativa del invitado dieron pié a una nueva condición, la recepción se volvió otorgamiento gracias al cambio de intención en el invitado. El invitado recibe, pero su intención ha cambiado. Es precisamente la fuerza de rechazo de los alimentos, y no la sensación de hambre, la cual es el deseo verdadero, lo que se convirtió en la base para la recepción de la comida.

16. Vemos que en lugar de la utilización directa del deseo, se plantea su uso «contrario»: el placer se convierte en rechazo, la Pantalla, la cual se interpone en el camino de la Luz hacia el deseo. Luego viene la Luz Reflejada, el deseo de recibir para el anfitrión. Y sólo en la medida de esta intención, la Luz Reflejada, puede entrar la Luz Directa en el deseo. A esta recepción de la Luz se le llama «Zivug de Hakaa» (la interacción que golpea) en primer lugar, el golpe, luego la interacción.

Los deseos que reciben para el Creador son llamados «puros» (del egoísmo). Los deseos de recibir para beneficio propio se llaman «impuros» (sumidos en el egoísmo). Ellos no pueden recibir la Luz Superior y, por tanto, son llamados «espiritualmente muertos».

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