Ya me encuentro en el estado final, perfecto, definitivamente corregido. Todo existe ya. Pero este estado se encuentra oculto a mí y se revela sólo en la medida que puedo igualarme a Él, revelarse siendo igual.
En el estado inicial (el mundo Infinito) la creación experimentaba los tormentos del infierno: la vergüenza de la recepción desde el Creador. Si esto se hubiera revelado ahora, entonces la sensación del infierno sería 620 veces más grande.
Por eso, en cada etapa de mi desarrollo, hay una ocultación exactamente medida, que permite revelar en mí los deseos correctos, las propiedades correctas para los estados futuros. Y, en la medida del otorgamiento, siento la recepción desde el Creador, somos iguales en el otorgamiento y el amor.
Así alcanzo el fin del camino.
(Extracto de la primera parte de la lección diaria de Cabalá)
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