Nos quedan 90 segundos

Comentario:

El primer “Reloj de la sentencia final” fue puesto en marcha por los creadores de la primera bomba atómica en 1947. Este reloj muestra cuánto tiempo queda para la medianoche, cuando se establece un cataclismo nuclear. Esta decisión, en cuanto al tiempo restante, es tomada por un consejo formado por 18 premios Nobel. 

 

Hoy en día, ellos dicen que son noventa segundos los que nos quedan, para la medianoche. Según sus cálculos, advierten que nos estamos aproximando a una catástrofe y que todo el mundo necesita reaccionar, aseguran que estamos ante el momento más peligroso de la historia moderna; nos instan a considerar, que es muy posible que eso ocurra. 

Mi Respuesta:

Sí.

Pregunta:

¿Por qué somos tan indiferentes a estas afirmaciones? 

Respuesta:

En realidad estas afirmaciones no nos importan en absoluto. 

Pregunta:

Entonces, ellos se reúnen ahí, hablan, establecen cuánto queda para la medianoche y a nosotros no nos importa eso. ¿Por qué? ¿Por qué esto no nos da miedo? 

Respuesta:

Esa es nuestra naturaleza. 

Pregunta:

¿Siempre será esta su respuesta? 

Respuesta:

¿Qué más se puede hacer? Así es como yo lo veo. 

Comentario:

Pero yo tengo hijos, nietos. Tengo una vida propia. 

Mi Respuesta:

Y qué. ¿Realmente quieres traerlos a esta miserable existencia? 

Comentario:

No quiero que ellos tengan una vida miserable.  

Mi Respuesta:

Un sufrimiento sin fin, siglo tras siglo. 

Pregunta:

De modo que no existiera un “Reloj de la sentencia final” marcando su tic tac, haciéndome temblar y preocupar: “¿Esto sucederá en algún momento? 

Respuesta:

¡No!

Comentario:

¡Lo estoy intentando, quiero detener todo esto!

Mi Respuesta:

Si no fuera, ¿qué diferencia habría para ellos, si les ocurre hoy o dentro de diez años?

Pregunta:

¿De modo que no tienen sentido estos llamados a la acción? 

Respuesta:

 No.

Pregunta:

 Entonces, ¿por qué ellos hacen llamados a actuar, a firmar tratados, a reuniones en las Naciones Unidas y a mantener encuentros con el Consejo de Seguridad? ¿Por qué? 

Respuesta:

Alguien tiene que hacer algo y pagar por ello. Nada cambiará, este mundo está condenado. 

Pregunta:

¿Así que, qué deberíamos estar haciendo entonces? Si no detenemos estas guerras, si no trabajamos para la paz del mundo o hacemos cualquier otra cosa, ¿qué tendríamos qué estar haciendo? 

Respuesta:

En realidad, lo mejor sería que todos nos fuéramos a dormir. ¡En verdad! Si inventamos una píldora: justo ahora, a las…. digamos a la medianoche, todos tomamos la píldora y nos despertamos dentro de 100 años. 

 

¿Qué ocurriría durante ese tiempo? El mundo se sanaría. 

Comentario:

Vió usted lo que pasó en el tiempo del Covid, los animales entraron a las ciudades, el ambiente mejoró, nos dijeron que los manantiales, los lagos y los ríos se estaban limpiando. El mundo se limpiaría de nuestra contaminación. 

Mi Respuesta:

Sí, eso sería bueno. 

Pregunta:

Nada malo, por seguro. Al menos, nadie estaría acabando con nadie. Pero, ¿en realidad? No habrá píldora, no nos podemos ir a dormir. 

 

Estas personas han encontrado un objetivo para sí mismas —advertir al mundo sobre la catástrofe nuclear. Otros, por el contrario, están construyendo bombas nucleares, todavía otros quieren vivir en paz, pero no se les permite. En definitiva, ¿a qué tendríamos que llegar todos como humanos?  

Respuesta:

Tenemos que llegar a la pregunta: “¿Cuál es el propósito de la vida humana?” Y por supuesto, no solo para dormir por la vida sin hacer nada, sino para llegar a una respuesta a esta pregunta: “¿Para qué vivo?”  

 

 

Todos necesitamos hacernos esta pregunta y recibir una respuesta. 

Pregunta:

Sí.

Pregunta:

¿A qué respuesta llegarán, si se hacen la pregunta? 

Respuesta:

La razón de mi vida. 

Pregunta:

 ¿Y por qué eso? 

Respuesta:

¿Por qué? Para que cada persona entienda el propósito de su vida. 

Pregunta:

Entonces, ¿es este el motor para la vida? 

Respuesta:

Sí, empujar a las personas hacia el Creador. Creo que no hay tarea más excelsa, que el ascenso al nivel del Creador. 

Pregunta:

¿Una persona ordinaria, también llegará a este cuestionamiento? 

Respuesta:

Sí. 

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