La persona también necesita la ayuda de lo Alto para llegar a la desesperación absoluta. Por nuestra cuenta no somos capaces de ello. Es una gran cosa que sientas tu límite: Este soy yo, y este ya no soy yo. Sólo el Creador puede dar este signo, este límite, el límite entre Él y yo.
Hacemos diferentes acciones con diferentes ardides, hasta que de repente llegamos a la desesperación, al ver el así llamado «decreto del Cielo» en este, el cual representa una señal de lo Alto. Baal HaSulam escribe, No hay un estado más feliz en un mundo del hombre que cuando él se encuentra desesperado con sus propios poderes… Después de todo, este estado le viene del Creador, y no hay nada más que pueda hacerse.
Estuvimos recogiendo nuestros pequeños esfuerzos, uno a la vez, y entonces los recibimos de forma simultánea, ya acumulados en un todo único. Nosotros no ponemos nuestros esfuerzos en alguna cajita, estos se recogen en una vasija común, y el resultado de ellos viene del Creador. Nadie sabe cuándo sucederá. Y por esta razón la salida de Egipto se hace en de prisa y en la oscuridad.
Mientras tratamos de alcanzar la unidad, empezamos a trabajar en esto todos juntos, y entonces, de repente, descubrimos el poder de la desesperación, del rechazo y de la impotencia. Esta desesperación nos lleva a una demanda: Necesitamos ayuda para unirnos. Y nosotros gritamos. Y este grito es seguido por la ayuda de Arriba.
Por lo tanto, es imposible llegar al Creador sin desesperarse previamente en el interior y hacer un esfuerzo conjunto. Después de todo, el Creador es una fuerza que se revela específicamente a través del esfuerzo mutuo, del trabajo mutuo. En el individuo no existe un Creador. La Luz superior puede existir sólo en una vasija, corregido hasta cierto grado, y un individuo es un «pedazo, una pieza rota» de la totalidad.
(71964 – De la Convención en la Arava del 2/25/12, Lección # 6)
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