El dilema que enfrenta la humanidad

Pregunta:

¿Cómo encontramos ese punto en el que podemos interactuar entre nosotros en el nivel de los deseos y la aspiración hacia el Creador en lugar del nivel de los cuerpos y los personajes?

Respuesta:

No hablamos en absoluto del cuerpo animal. No tiene relación con el trabajo espiritual porque pertenece al nivel de nuestro mundo. No hablamos de nuestros caracteres porque el Creador nos reúne. Este es Su «problema». Él nos creó con estos caracteres y nos reunió tal como somos, para que entendamos que podemos unirnos solo con Su ayuda.

 

Además, reúne a personas muy difíciles: nerviosas, iracundas, puntillosas y propensas a criticar. Los cabalistas de todos los tiempos eran las personas más temibles, los mayores egoístas; de lo contrario, no exigirían el conocimiento del significado de la vida, su causa, su fuente. Para esto es necesario un gran deseo egoísta.

 

Son personas que no pueden pensar en nadie más que en sí mismas, no es que sean groseros o crueles, no. Simplemente son así por dentro, y son ellos los que empiezan a revelar que no pueden unirse pero deben hacerlo.

 

Aquí surge un dilema al que se enfrenta la humanidad. Si no nos unimos, al final llegaremos a la destrucción, miren lo que ocurre hoy, qué fricciones entre todos, qué cálculos. ¡Qué horror! ¡Cuántas fuentes de conflictos de todo tipo!

 

El Creador deliberadamente despierta esto entre nosotros para que entendamos que no puede haber nada mejor que la unidad pero no podemos unirnos, ni siquiera pensamos en ello porque entendemos que no tiene sentido, que cada Estado solo se preocupa de sí mismo. Además, dentro de cada Estado hay decenas de corrientes, de partidos, que lo desgarran, la sociedad humana se está destrozando a sí misma desde dentro por su egoísmo.

 

Y aquí debemos demostrar que contra el egoísmo existe una fuerza que puede unirnos. En general, todo el mundo está de acuerdo en que revelar tal fuerza es bueno, solo tenemos que demostrar con nuestro propio ejemplo que esto es posible. 

 

Y entonces podremos convencer a la humanidad, no teóricamente ni con bellas palabras, de que aspire también a la garantía mutua; demostraremos cómo funciona. De lo contrario, nadie nos tomará en serio, esto es lo que debemos hacer.

 

Aspirar a la garantía mutua:     La necesidad del sistema de garantía mutua

 

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