El deseo de recibir placer es un material necesario porque sin él sería imposible que aprendiéramos a otorgar. Sólo puedo cambiar la forma de mi deseo, es decir, puedo aprender a usarlo para los demás y no para mi mismo.
En ese momento percibiré la realidad de otra manera: no dentro de mí, sino fuera de mí mismo y entenderé que estaba viendo un mundo imaginario dentro de mí. Algo estaba equivocado en mi interior haciéndome pensar que la realidad se divide en mí mismo y en el mundo que está fuera de mí. Pero cuando corrijo esa división imaginaria del mundo en sus partes constitutivas y las reúno en un todo, incorporando todos los deseos del mundo que me habían parecido extraños, o existiendo fuera de mi, entonces adquiero un único deseo o Kli.
Resulta que el problema que enfrentamos es puramente psicológico, como lo escribe Baal HaSulam en el artículo La ciencia de la Cabalá. Tenemos que analizar nuestros deseos y comprobar cuán equivocados estamos al querer utilizar a otras personas.
Cuando la persona descubre que todo lo que la rodea son sus propios deseos, entonces se pregunta: ¿a quién estaba yo engañando? Porque es como jugar con mi hijo intentando confundirlo y engañarlo para ganarle.
Pero es justamente de esta manera que nos comportamos con todo el mundo, quienes nos parecen extraños debido a la fuerza del rompimiento. Pero cuando se revele la verdad, veremos otro mundo.
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