JPost: «La segunda revolución francesa»

The Jerusalem Post publicó mi nuevo artículo «La segunda revolución francesa«

Para evitar el riesgo de una segunda revolución, el próximo presidente de Francia tendrá que hacer lo que parece imposible: unir al pueblo francés

Frente a las constantes amenazas de terrorismo y a las agudas divisiones en materia de inmigración, economía, Frexit y otras cuestiones de peso, el público francés acudió a las urnas esta semana para determinar quién dirigirá su nación.

Quien gane la segunda vuelta del mes próximo determinará mucho más que el destino de Francia. Lo que está en juego es el futuro del continente europeo. Pero para tener éxito, el nuevo presidente tendrá que lograr lo que actualmente parece imposible: unir al pueblo francés.

La República francesa está dividida. El nuevo presidente se enfrentará a una oposición feroz similar a la que Donald Trump enfrenta en EUA, Recep Tayyip Erdoğan en Turquía y Mark Rutte en los Países Bajos.

Incluso si los ciudadanos franceses se ponen de acuerdo en un nuevo líder, si el país se separa del bloque europeo y cierra su frontera, aún así tendrá que lidiar con enjambres de inmigrantes que inundan Francia y se apoderan de París. Además de plantear un gran desafío político y humanitario, las relaciones con los inmigrantes seguirán dividiendo al pueblo francés y perturbarán su vida. Y al final, no habrá solución a estos problemas, al menos no una con el que todos estén de acuerdo y por lo tanto, puede plantear una solución sostenible.

Albert Einstein dijo una vez: «Los problemas importantes que enfrentamos no pueden ser resueltos en el mismo nivel de pensamiento con el que los creamos». De mi propia herencia, sé que los problemas no están destinados a ser resueltos; están destinados a servir como escalón para ascender a niveles más altos. El rabino Kook escribió en Cartas del Raiah: «La gran regla sobre la guerra de opiniones, cuando cada punto de vista contradice a otro, es que no debemos contradecirlo, sino más bien, construir por encima y ascender».

En los próximos años, será cada vez más claro que el desafío más formidable que enfrentan los líderes de hoy es mantener y mejorar la solidaridad interna de sus naciones.

De la individualidad a la interconexión

La principal causa de fricción y animosidad entre la gente es el egoísmo. Nos hace rechazarnos y odiarnos unos a otros y nos convierte en narcisistas tales, que arruinamos toda posibilidad de establecer relaciones serias con otros.

Franceses, turcos y cualquier otra nación del mundo pueden firmar cualquier ley que quieran. Pueden ponerse de acuerdo en compromisos y establecer un orden social aparentemente estable, pero la experiencia demuestra que los acuerdos están destinados a romperse y los países están destinados a desintegrarse.

Actualmente, ni EUA es inmune a la fragmentación. Lo único que puede revertir nuestra creciente alienación es entender que no estamos destinados a resolver nuestras disputas; sino a elevarnos por encima de ellas y unirnos.

Como el rey Salomón dijo: «El odio agita la contienda y el amor cubre todos los crímenes» (Proverbios 10:12). Cuando lo hacemos, nuestras diferencias se convierten en fortaleza, ya que nos obliga a unirnos más para equilibrar nuestro nivel creciente de desunión. Al hacerlo, aprendemos a funcionar como un organismo sano, cuyos diversos órganos realizan tareas totalmente diferentes, pero complementarias.

Cuanto antes aprendamos a trabajar así, más pronto cambiaremos la dirección de la sociedad de ominosa a propicia.

Los franceses no deben cubrir el abismo en su sociedad. Cada facción es única y tiene sus propias tradiciones que deben ser preservadas y apreciadas. En lugar de intentar uniformar la sociedad, los franceses harían bien en tratar sus diferencias como variedades, elementos que enriquecen a su sociedad y aportan color y vitalidad al país.

Aunque retador, el mismo esfuerzo traerá tal positividad que invertirá el sentimiento de incertidumbre e inseguridad que prevalece en la actualidad y permitirá que las diversas comunidades coexistan en paz.

El futuro líder de Francia tendrá que mantener dos niveles: ruptura y diferencia hasta el punto de odio y por encima de él, un nivel de responsabilidad mutua que mejore la unidad de toda la sociedad francesa.

Las tensiones sociales no desaparecerán. Por el contrario, crecerán y, permitirán y obligarán a los franceses a construir puentes más fuertes entre ellos. Una vez más, la idea no es aceptar el punto de vista del otro, sino que todos tengan una nueva visión, en la que la unidad de la sociedad francesa sea primero y todo lo demás, secundario.

Así, las diferencias entre las facciones no serán desechadas ni suprimidas, sino abrazadas como contribución a la diversidad de una sociedad francesa unida.

El principio de Unidad por encima de todo

Para que tenga éxito, el liderazgo francés nuevo, deberá estar de acuerdo en que el principio de unidad por encima de todo, es su máxima prioridad. La cohesión y la solidaridad del pueblo dependen de la adhesión a esta noción en todos los niveles de la vida.

La unidad debe ser la base de las relaciones en sociedad, familia, trabajo, escuela y universidades e incluso, en , política. Debería haber un Departamento de Unidad, así como hay un Departamento de Justicia y debe tener prioridad sobre todas las agencias federales. Su única tarea será elevar y exaltar la importancia de la unidad por encima de todo, ayudado por los medios de comunicación social y por todos los medios de publicidad.

En la actualidad, el mundo va de mal en peor. Sin embargo, mientras más odio haya más nos obligará la vida a conectarnos. Si resistamos esta tendencia, el choque entre la marcha de la vida hacia la conexión y nuestro deseo de separarnos, se volverá mucho más doloroso. A menos que aprendamos a usar la propensión de la realidad a conectarnos para nuestro beneficio, conectando por encima de nuestro odio, la tensión entre las dos fuerzas opuestas se romperá y una guerra total se desatará.

Cuando la guerra haya terminado, aún será necesario un líder que una a todos por encima de sus diferencias. Si los líderes del mundo entendieran el principio de conexión por encima del odio y guiaran a sus países, lo convertirán en ley aplicable que cambiará todos los sistemas públicos y transformará el discurso. A su vez, ayudarán a todos a elevarse por encima del aislamiento y a encontrar alegría en conexión y unidad.

Este año va a ser crucial para Europa, ya que Francia, Alemania y otros países decidirán la identidad de sus líderes, para los próximos años. Si estos líderes electos se comprometen a la unidad, Europa prosperará. De no ser así, la UE se desintegrará y las posibilidades de que se produzca la guerra aumentarán dramáticamente.
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