Recibí una pregunta: ¿Cuál es la Luz que reforma en la educación de los niños?
Mi respuesta: La Luz que reforma es la fuerza Superior, la fuerza de la sabiduría que proviene de un maestro e influye al estudiante que entonces pregunta, ¿Qué es?
La Luz que reforma es un efecto del grado Superior en el inferior, una influencia con fuerza y nivel, no conocimiento. Cuando el inferior empareja sus atributos con los del Superior revela lo que existe en el Superior. Por consiguiente, una verdadera formación consiste en constantemente suministrar a los niños situaciones que deben abordar. Por medio de discusiones, resolución de problemas y superando obstáculos, a su manera, para llegar a soluciones, finalmente alcanzarán el conocimiento por sí mismos.
Resulta que la forma más auténtica de enseñanza es por medio de la discusión. Las antiguas escuelas empleaban precisamente ese método. El Rabí Akiva se sentaba bajo un árbol rodeado de sus estudiantes y juntos discutían diversos temas.
Otras naciones también solían designar un lugar particular en donde las personas venían a discutir los asuntos. Iban y venían libremente, escuchaban a los demás y expresaban sus opiniones. Gracias a las discusiones y al libre intercambio de opiniones, la persona formaba parte de la sociedad. Esta forma de educación fue característica en muchas culturas; incluso la palabra «escuela» traducida del antiguo griego significa «recreo», un momento bien aprovechado.
Esa es la esencia de una escuela: la persona asiste para participar en una atmósfera agradable, benéfica para su desarrollo. En lugar de eso, llenamos la cabeza de los niños con conocimientos áridos, embotándolos en detrimento suyo. No es posible soportar esa educación. En primer lugar, una persona no estudia su propio yo, más bien es como un robot a quien se le alimenta con datos. En segundo, no se le forma como un ser humano. Eso, según Aristóteles y Platón causa mucho daño.
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