Las investigaciones han demostrado que alcanzar metas como la riqueza, la belleza y la fama, en realidad ocasiona que las personas se sientan menos felices. Estos factores no promueven la satisfacción total de la existencia. La felicidad solamente puede alcanzarse si la persona crece como individuo, mantiene estrechas relaciones con sus seres queridos y beneficia a la sociedad.
Los investigadores han advertido que satisfacer los deseos no siempre es benéfico para la salud psicológica o el bienestar emocional del ser humano. Aquellos que consiguen bienes materiales rápidamente están propensos a experimentar emociones negativas, como vergüenza y enojo, y síntomas como dolores de cabeza, de estomago y apatía.
Al mismo tiempo, las personas que aspiran a una meta espiritual, físicamente se encuentran en forma, se sienten más positivas, mantienen excelentes relaciones sociales con sus parientes cercanos y experimentan menos tensión.
Mi comentario: ¡Incluso el egoísmo gana con la aspiración por la plenitud espiritual!
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La Paz