Ya que la sabiduría de la Cabalá eleva a una persona del nivel “bestial” al “humano” (“Adam” u “hombre” viene de la palabra “Domé” o similar a la naturaleza, al atributo de otorgamiento y amor), una persona que se eleva encara el problema de “ir hacia lo desconocido”. Para ayudarnos a ascender a un estado desconocido una y otra vez, se nos ofrece un juego, un ejercicio, para prepararnos dentro de nosotros mismos junto con el grupo, a nuestro próximo estado, más altruista. Además, incluso si nosotros fallamos, esto nos lleva a la solución correcta: una petición por la fuerza de otorgamiento, un ascenso por encima de nuestro egoísmo.
Hoy en día toda la humanidad debería dominar este método de avance en todo lo que haga. Nosotros deberíamos también estar listos para los descensos, para sentir los errores, y a partir de ellos entender que sólo la fuerza superior de la naturaleza puede proveernos de los nuevos atributos para investigar, alcanzar y construirnos a nosotros mismos, a la familia, a la sociedad, a la educación y a la economía de una forma correcta.
Hasta ahora los errores y fracasos no fueron admitidos por las personas, sino solamente por los Cabalistas porque sólo ellos se elevaron por encima de la naturaleza general de la humanidad, del egoísmo al atributo de la naturaleza, el amor. Pero hoy en día nosotros debemos adquirir este nuevo atributo con respecto a nosotros mismos, con respecto a aquellos que nos rodean, y con respecto al mundo y enseñar a nuestros hijos a desarrollarse mediante el aprendizaje de sus errores.
No debemos solamente aprender de nuestros errores sino también entender de dónde se derivan: de la aparición del nuevo nivel al cual no estamos adaptados. De modo que un error (un descenso) es el alcance de nuestra falta de correspondencia con el nuevo estado, y esto debe hacernos anhelar el implementarlo internamente. Esto se alcanza en el grupo, mediante la añoranza por la fuerza general de la naturaleza y por la similitud con la misma.
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