¿Qué opina usted de la controversia sobre la propuesta a la reforma de las leyes en Israel?

Michael Laitman, en Quora: 

¿Cuál es la mejor sensación del mundo ?

No hay mejor sensación que el descubrimiento de todas las personas del mundo como partes de nuestra alma, con la fuerza positiva de la naturaleza habitando entre nosotros.

 

Cuando alcanzamos tal sensación, sentimos en nuestra conexión mutua que incluimos al mundo entero y a toda la naturaleza dentro de nosotros, que todo es para nosotros.

 

Basado en el vídeo «¿Cuál es la mejor sensación del mundo?» con el Cabalista Dr. Michael Laitman. Escrito/editado por alumnos del Cabalista Dr. Michael Laitman

¿Cuál es la principal amenaza existencial para Israel?

El pueblo de Israel puede existir si se une o al menos tiene una inclinación a unirse, es decir, que tiene un cierto plan de cómo realizar su unidad en el futuro. Si no hay ningún movimiento hacia la unidad, entonces este simplemente no es el pueblo de Israel.

 

 

¿De dónde procede el pueblo de Israel?

 

Procede de las 70 naciones del mundo que vivieron en la antigua Babilonia hace unos 3.500 años. En aquella época, Abraham el Patriarca enseñó a todo el que quisiera unirse y formar parte de un grupo único que llegaría a sentir cómo vivir en apoyo mutuo y amor fraternal, es decir, llegar a «amar a tu prójimo como a ti mismo». Varias personas de estas 70 naciones acudieron a la llamada de Abraham, vinieron a aprender de él, y él les guió para que se unieran.

 

Desde el punto de su unificación, Abraham les dio el nombre de «el pueblo de Israel», con «Israel» proveniente de las palabras «Yashar Kel» («directo al Creador»). Es decir, este grupo se unió por un objetivo común hacia la fuerza superior de amor, otorgamiento y conexión que existe en la realidad, que los cabalistas llaman «el Creador».

 

Hay dos fuerzas en la naturaleza: la fuerza de unificación y la fuerza de separación. No hay bueno ni malo, sino solo estas dos fuerzas. Aquellos que deseaban asociarse con la fuerza de unificación recibieron el nombre de «el pueblo de Israel». Eran personas que vinieron a Abraham desde varias naciones babilónicas, y Abraham hizo de ellos una nueva nación. No se trata de un pueblo o una nación en el sentido biológico del término. Todos son diferentes por naturaleza, pero se unificaron según la ley de «ama a tu prójimo como a ti mismo».

 

En las raíces del pueblo de Israel, hay unidad entre personas diferentes que hace a todos iguales y crea esta sociedad única.

 

Hoy en día, podemos ver la enorme variedad entre las personas que componen esa nación. Cada persona es un mundo en sí misma, pero mientras cada uno es su propio mundo, hay un desprecio mutuo de los demás.

 

El Estado de Israel también es único en el sentido de que, a diferencia de otros países, no puede existir si no hay unificación entre sus habitantes. Sin embargo, por muy dividido que esté actualmente el pueblo de Israel, sigue prosperando. ¿Por qué? Porque se nos ha concedido un cierto tipo de extensión. Podemos existir para alcanzar la unificación porque, no obstante, surgimos de la diáspora. Hay una reunión de exiliados en Israel y tenemos que construir algo común para ser testigos de lo que significa hacer algo juntos, y estar juntos.

 

El plan superior de la naturaleza nos organiza unidos en un lugar para que empecemos a comprender el significado de nuestra unión, es decir, para que lleguemos a saber que no podemos llevarnos armoniosamente aquí sin un método de unificación que nos fusione de forma positiva, y que luego pueda sostener a nuestra nación. De lo contrario, seguiremos recorriendo en el futuro un camino cada vez más divisorio y amargo.

 

Por eso necesitamos cabalistas: para explicar y enseñar el método de unificación, que tiene el poder de unir al pueblo de Israel y evocar en las relaciones humanas la fuerza positiva de conexión que habita en la naturaleza.

 

Basado en el vídeo «¿Es la división de Israel una amenaza existencial?» con el Cabalista Dr. Michael Laitman. Escrito/editado por alumnos del Cabalista Dr. Michael Laitman.

¿A dónde ha ido a parar el mundo?

Hay una fuerza Superior en la naturaleza que controla la realidad en la que vivimos, y por muchos esfuerzos que hagamos, no podemos hacer nada fuera del plan y control de esta fuerza.

 

Así pues, debemos intentar comprender el destino hacia el que nos hace avanzar esta fuerza, lo que quiere de nosotros, y que todo lo que hemos hecho, hacemos y haremos es su resultado.

 

Esperamos alcanzar algún día el verdadero conocimiento y la conciencia de dónde estamos, en qué existencia y entorno nos encontramos y las fuerzas que operan sobre nosotros.

 

Somos diminutas partículas de la creación que creemos entender algo de ella. Además, cuando entendemos algo, utilizamos ese entendimiento únicamente en beneficio propio.

 

¿Qué podemos decir, pues, de nuestra participación, de nuestros esfuerzos y del objetivo que nos proponemos? Hasta ahora, todo ha ido a peor.

 

Cuanto más hemos desarrollado la ciencia, la tecnología, la medicina, el arte y la cultura para mejorar nuestras vidas, más nos encontramos inmersos en problemas crecientes a todas las escalas, con abundantes depresiones, ansiedad, estrés, drogadicción, suicidios, división social, desempleo, pobreza, delincuencia, ansiedad nuclear y catástrofes naturales, por nombrar algunos.

 

Todo lo que hemos creado para beneficiarnos a nosotros mismos, desde nuestra mente y sentimientos egocéntricos, ha acabado en la creación de un mundo terrible, que sigue hundiéndose en más y más problemas de crisis en crisis.

 

Nos estamos acercando rápidamente a la comprensión de que nuestros innumerables esfuerzos por hacer un mundo mejor son inútiles, y es para mostrarnos que estamos operando en base a deseos egoístas defectuosos que fundamentan cada uno de nuestros pensamientos y acciones.

 

Hasta que no nos sometamos a un proceso de aprendizaje actualizado para descubrir la naturaleza de nuestros deseos, nuestro mundo, las leyes de la naturaleza y cómo podemos armonizarnos con esas leyes, seguiremos siendo testigos de un mundo en deterioro.

 

Basado en el vídeo «¿Adónde ha ido a parar el mundo?» con el cabalista Dr. Michael Laitman. Escrito/editado por estudiantes del cabalista Dr. Michael Laitman.

¿Por qué se siente tan bien comprar cosas?

Nos sentimos bien comprando cosas porque nos llena el ego.

 

Estamos hechos de deseos egoístas de disfrutar a través de adquirir, comprar y recibir, y cuando acercamos las cosas deseables a nosotros mismos de tales maneras, nuestros egos disfrutan durante cortos períodos de tiempo.

 

La satisfacción dura poco porque nuestro ego es intercambiable. Se comporta como un taxímetro, la rueda sigue girando y nuestra satisfacción disminuye a cada segundo que pasa.

 

¿Y qué pasa cuando el placer desaparece? Tenemos que volver a trabajar para volver a comprar, toda nuestra vida parece entonces un ciclo interminable de trabajar y comprar, trabajar y comprar, sin cesar, y nunca quedamos satisfechos.

 

No podemos detener este proceso porque nuestro ego crece constantemente. Siempre nos alejamos de un estado anterior en el que habíamos sentido cierta plenitud, entramos en un sentimiento de vacío y carencia, y esta carencia nos obliga a buscar la plenitud una vez más.

 

Además, como nuestro ego crece constantemente, el ritmo de este proceso se acelera constantemente. El tiempo se acorta entre una compra, es decir, un momento de placer, y el siguiente. Cada momento placentero sucesivo es la mitad del anterior.

 

Por ejemplo, si necesitábamos viajar de vacaciones durante una semana una vez al año, ahora necesitamos viajar durante un mes en verano, y luego un mes en invierno, y continuamente tenemos que encontrar formas nuevas y diferentes de satisfacernos debido a que nuestro ego, en constante crecimiento, nunca nos deja estar completamente satisfechos.

 

¿Por qué nuestras vidas funcionan así? ¿Por qué nuestro ego crece constantemente, haciéndonos sentir vacíos después de cada realización?

 

Es porque nuestro ego crece para hacernos desear la mayor plenitud y fuerza que podamos sentir.

 

Si no alcanzamos la forma completa final de realización, dejamos a nuestro ego vacío, y su visión permanece fija en la forma completa y continua de realización más allá de los placeres más pequeños que entran en él una y otra vez. Por lo tanto, es como escribe el cabalista Yehuda Ashlag (Baal HaSulam):

 

Como todas sus posesiones son sólo para ellos, y «el que tiene una sola porción quiere una porción doble», al final uno muere con sólo «la mitad de su deseo en la mano». Al final sufren por ambos lados; por el aumento del dolor debido a la multiplicidad de movimientos, y por el pesar de no tener las posesiones que necesitan para llenar su mitad vacía. – Cabalista Yehuda Ashlag, El Estudio de las Diez Sefirot, Parte 1, «Reflexión interna».

 

Por lo tanto, la historia de nuestra vida es que perseguimos los placeres cada vez más, comprando cada vez más, y el disfrute que recibimos de esta persecución es cada vez menor. Además, los intervalos entre cada placer se acortan.

 

Podemos ver un ejemplo de este ciclo en el auge de la legitimación de las drogas: que los placeres habituales con los que la gente antes podía llenarse ya no les satisfacen, y el ego exige cada vez más placer en intervalos más cortos.

 

Vemos así que estamos en un proceso de placeres en constante disminución y una sensación de vacío en constante aumento, y es para que finalmente lleguemos a un estado final de desesperación -un estado en el que querremos enterrar nuestro ego y cambiar a una forma totalmente nueva y diferente de llenado: no de recibir -sino de dar- placer.

 

Esta transformación de disfrutar recibiendo a disfrutar dando puede concebirse de forma similar a cómo nos convertimos en padres. Como padres, pasamos a disfrutar dando a nuestros hijos.

 

Es una inversión puramente psicológica, un nuevo modo de sentir placer. En lugar de recibir placer en nosotros mismos y experimentar que ese placer desaparece, dejándonos vacíos, sentimos más bien el placer en una nueva actitud, en la que cuanto más damos al mundo, más placer sentimos. Además, podemos sentir esta última forma de placer continuamente, sin que se desvanezca.

 

Basado en el vídeo «¿Por qué sienta tan bien comprar cosas?» con el cabalista Dr. Michael Laitman. Escrito/editado por alumnos del cabalista Dr. Michael Laitman.

¿Responde la naturaleza a las acciones humanas?

Piense en los miles de millones de coches que circulan con el dispositivo Mobileye, que nos avisa si nos acercamos demasiado a otro objeto.

 

El sistema de la naturaleza en el que nos encontramos funciona de forma similar: nos avisa cuando realizamos determinadas acciones y nos da respuesta a ellas. Así, según nuestra participación en la naturaleza, recibimos sus respuestas.

 

¿Cómo funciona este mecanismo? Funciona porque la naturaleza tiene leyes.

 

Las leyes de la naturaleza actúan sobre todos y sobre todo para desarrollarnos hasta el estado más perfecto, armonioso y equilibrado.

 

El estado más perfecto y armonioso es cuando todas las partes de la naturaleza entran en una conexión armoniosa, en equilibrio con las leyes de la naturaleza.

 

Recibimos una respuesta positiva de la Naturaleza siempre que nuestras acciones corresponden al estado de conexión armoniosa que Ella  desea que alcancemos. Del mismo modo, recibimos una respuesta negativa siempre que nuestras acciones se oponen al estado de conexión armoniosa que desea que alcancemos.

 

Como actualmente estamos lejos de aprender e influenciarnos mutuamente para alcanzar una conexión humana armoniosa, entonces acumulamos más y más problemas en nuestras vidas. Los crecientes problemas que experimentamos son retroalimentación de la Naturaleza que trata de decirnos que nos estamos dirigiendo incorrectamente, que para experimentar una respuesta positiva, necesitamos dirigirnos a una conexión armoniosa y equilibrada entre nosotros.

 

Cuanto antes nos dediquemos a aprender y a influirnos unos a otros para conectarnos positivamente, antes veremos cómo nuestras vidas pasan de un sufrimiento y un vacío crecientes a una vida de cada vez más felicidad, armonía y paz, debido a nuestra creciente congruencia con las leyes de la naturaleza.

 

Basado en el vídeo «¿Responde la naturaleza a las acciones humanas?» con el cabalista Dr. Michael Laitman. Escrito/editado por alumnos del cabalista Dr. Michael Laitman.

¿Está mal querer ser rico?

Muchas personas piensan despectivamente sobre el dinero, por ejemplo, como si fuera la raíz de todos los males.  

 

Otros piensan sencillamente en el dinero, como significado de trabajo, ganancia y que entonces pueden pagar lo que necesitan y desean. Lo último parece bastante claro y lógico: al ganar, no estamos siendo una carga para la sociedad, no recibimos caridad y así, podemos disfrutar de nuestras vidas.

 

En hebreo, la palabra para dinero es “Kesef,” que deriva de la palabra “cubrir” (“Kisui”). Digamos que el dinero nos permite cubrir con el trabajo, nuestras necesidades. En otras palabras, nos esforzamos en mente y sensación y ese trabajo cubre nuestras necesidades.  

 

El dinero no es malo y no tendría que considerarse como algo despreciable. No hay problema con el dinero en sí ni por sí mismo. Al contrario, podemos estar orgullosos de él. 

 

El problema es cuando no vamos tras el dinero como un medio, sino como un fin, porque terminamos convirtiéndolo en una especie de ídolo, un dios, nos rendimos ante él y queremos solo hacer más y más dinero.  

 

Al perseguir de esa forma el dinero, lo vemos como una fuente ilimitada de satisfacción, continuamente nos estamos esforzando cada vez más por obtenerlo al llegar a estados donde ya no nos llena. 

 

Por un lado la Naturaleza tiene ciertas leyes que apuntan a conectarnos de manera armónica, llevándonos hacia un estado en el que cada quien priorice el beneficiar a los demás, por encima del propio beneficio. Por otro lado, al enfocarnos en adquirir dinero en exceso, actuamos en oposición a la dirección que la Naturaleza quiere dirigirnos. 

 

Luego, hacemos del dinero un dios. Lo idolatramos y con eso, nos limitamos muchísimo. Parece como si el dinero nos comprara la libertad, porque entonces podemos viajar a donde se nos antoje, comer lo que queramos en cualquier restaurante que deseamos y podemos tener cualquier coche y/o la casa que nos gusta y así sucesivamente; pero así erramos y no vemos cuánto nos robamos a nosotros mismos.   

 

¿Cómo nos robamos a nosotros mismos al enfocarnos únicamente en hacer más y más dinero?

 

Por el hecho de que creamos el dios a partir del dinero y no de nosotros mismos. Necesitamos, por el contrario, hacer a Dios a partir de nosotros mismos y no del dinero. 

 

Lo que esto quiere decir, es que empezaremos a desarrollar cualidades verdaderamente bondadosas y divinas, o sea, atributos de amor, otorgamiento y conexión. Entonces, veremos el mundo, como si fuera nuestro y gestionaremos su desarrollo en dirección positiva, como si cada uno contuviera a la humanidad dentro de sí mismo, como si todo el mundo está en nuestro reino y que cada uno de nosotros somos su rey. Así veremos a los demás como nuestra propia gente, como los habitantes de nuestro reinado, que nos garantiza la capacidad de brindarles el mejor estado posible, simplemente a través de nuestra actitud positiva hacia ellos, donde buscamos hacer sus vidas lo mejor que puedan ser.

 

Basado en el video “¿Está mal querer ser rico?”, con el cabalista Dr. Michael Laitman. Escrito/editado por estudiantes del cabalista Dr. Michael Laitman.

¿Qué opina usted de la controversia sobre la propuesta a la reforma de las leyes en Israel?

Ha despertado una significativa incomodidad en la sociedad israelí. 

 

Los israelíes de todas las condiciones sociales, ya sea que están denunciando o apoyando la reforma. Sus opositores argumentan que destruirá la democracia de Israel y lo hará vulnerable a los caprichos de los políticos. Quienes están a favor afirman que ésta restablece el equilibrio a la democracia israelí, la cual ellos piensan que ha sido perturbada por el exceso en los poderes del Tribunal Superior, como el revocar leyes y asignar nuevos jueces. 

 

Las protestas actuales contra estas reformas han escalado tanto que figuras prominentes de la sociedad israelí, han estado discutiendo sobre la posibilidad de una guerra civil. Algunos han ido tan lejos, como para pedir explícitamente el asesinato del Primer ministro Netanyahu, del Primer vice-ministro, del Ministro de justicia Yariv Levin y de todo el gabinete, con el fin de restaurar la democracia. 

 

A lo largo de nuestra historia, se nos conoce como un pueblo obstinado, que es firme con sus opiniones y cree que solo valen las propias perspectivas. Han habido instancias donde llevamos estas creencias al extremo, desde considerar como indignos de vivir a quienes no han estado de acuerdo con nosotros, hasta participar en brutales guerras civiles; y parece como si hoy en día, nos encontráramos en una trayectoria similar. 

 

La democracia no ayuda a esas personas, esta es para las personas que confían en que las decisiones de la política general, se realizan por medio del voto. Si  más personas están a favor de una política que de otra, los partidos que apoyan esa política popular saldrán victoriosos en las elecciones. Esto garantiza el no derecho a maltratar a la minoría, pero los empodera e impone la obligación de poner en práctica la política por la cual ellos fueron elegidos. 

 

Si miramos la democracia como válida únicamente cuando las perspectivas que apoyamos están en el poder, entonces no somos en verdad demócratas, sino más bien, tiranos disfrazados. 

 

Me duele ser testigo del estado actual de Israel. Mientras el resto del mundo está avanzando y aprendiendo, nosotros estamos envueltos en luchas de poder que pondrán de rodillas a nuestra nación. 

 

Tomando en cuenta nuestra violenta historia, marcada por conflictos internos, pudiera ser preferible si nos dispersamos y se disuelve la nación. No sé qué tiene reservado para nosotros la fuerza Superior, pero si la elección está entre disolver y una guerra civil, yo optaría por lo primero 

 

Aún hay una tercera opción. 

 

Nuestro pueblo siempre ha sido necio, altivo y de mente fuerte. Si nos fuéramos a disolver ahora y después nos volviéramos a agrupar, seguiríamos tanto como ahora, enfrentándonos por los desacuerdos. Tenemos tan arraigada esta característica, porque nuestros ancestros eran así y dado que así somos, ellos entendieron que su única oportunidad para tener éxito era hacer de lado sus egos y unirse, especialmente con sus disidentes. Esto es, vieron una clara y tajante opción: unirse o morir. Hoy en día nos estamos acercando una vez más a esa crítica encrucijada.  

 

En el pasado, cuando nuestros antecesores eligieron unirse, no solo nos convertimos en una nación, sino que también, servimos como modelo para el mundo. Demostramos que a pesar de nuestra mutua aversión, la unión por encima del odio, crearía un sólido lazo, capaz de sobreponerse a cualquier obstáculo. La fuerza de esa nación unida, fue insuperable. 

 

Por ahora, no obstante, veo que la hostilidad se recrudece y que nadie está siquiera dispuesto al diálogo, mucho menos a unirse. Sin embargo, mientras no se desencadene la violencia, queda la esperanza de que recapacitemos antes de hundir el barco en el que vamos navegando. 

 

Basado en el artículo “La guerra judicial puede convertirse en una guerra civil”, por el cabalista Dr. Michael Laitman. Escrito/editado por estudiantes del cabalista Dr. Michael Laitman.

 

 

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