Una persona en este mundo es tan sólo materia de proteínas, creada por la Fuerza Superior que la puede cambiar en un momento dado. No tiene caso preocuparnos de nuestra apariencia exterior, puesto que la exterioridad depende únicamente de la influencia de la Luz en nosotros. La Luz que nos influye completamente transforma esta criatura llamada hombre desde el principio hasta el final. Por consiguiente, si no vemos o comprendemos algo el día de hoy, está bien, empezaremos a percibirlo y comprenderlo mañana. Todo puede cambiar en un instante.
Una persona es una consecuencia de las acciones del Creador. No tiene acciones o entendimiento propios. Tan pronto el cambio ocurre en su interior, inmediatamente se transforma en el exterior, como un títere que ejecuta los movimientos de la mano del artista. Por consiguiente, no intentemos predecir cuánto tiempo le llevará a la humanidad transformar su actitud hacia el mundo. Eso puede ocurrir muy rápidamente en lugar de que atraviese por el camino del desarrollo natural y de la evolución, lo cual toma miles o millones de años.
(Tomado de la lección del artículo de Rabash, «La actividad de los grandes de la nación», impartida el 17 de marzo 2009)
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