Traer luz al mundo

Rabash, “¿Cuál es el grado que se debe alcanzar para no tener que reencarnar?”: Debemos saber que todas las almas salieron del alma de Adam HaRishon. Se llama Adam HaRishon y significa primer hombre. El hombre es la colección de todas las cualidades egoístas en una sola altruista. Después de que Adam pecó, es decir, cayó de la cualidad de otorgamiento y amor a la cualidad de recepción, su alma, su estructura, su deseo se dividió.

No hay cuerpos, sólo hay deseos. Por lo tanto, su deseo, que era una gran luz común, se hizo añicos en una gran cantidad de pequeños deseos, cada uno contiene una micro dosis de luz. Tenemos que conectar estas microdosis y para eso debemos llevar nuestros deseos a un gran deseo común.

Este es nuestro trabajo de corrección. Y no es sólo recoger las partículas de la luz que se hizo añicos, también es conectarlas en una gran fuerza. Por eso, nuestro trabajo se divide en una gran cantidad de partes del Kli(vasija) roto de Adam y en la secuencia en la que unimos ese único deseo común llamado «Adam«.

Este trabajo toma mucho tiempo, no podemos hacerlo en un solo esfuerzo. Por eso, debemos entender que todos requerimos de un entorno para avanzar.

En principio, en todos los casos de la vida, puedo resolver la mayoría de mis problemas sólo con ayuda del medio ambiente. Ya empiezo a comprender la condición que la destrucción del Kli me dicta, que esté constantemente con la gente que anhela la conexión. Así podemos influir unos en otros, actuar y ayudarnos mutuamente, tanto física como internamente.

Nuestros deseos, las luces que nos llenan, aunque aún son minúsculas, sus micro dosis se influyen entre sí, por lo tanto, podemos apoyarnos y ayudarnos unos a otros. Ahí radica nuestro avance.

Por eso, la conexión es de suma importancia. Tratar siempre de ver en otros el ejemplo de lo que puedo hacer, de lo que puedo aprender de ellos, de otros, de sus anhelos y de sus acciones de conexión. Esto se considera como una persona que ayuda a otra.

Cuando nos reunimos, podemos aprender tanto física como virtualmente, pero nada puede reemplazar una reunión tan grande como un congreso, porque sólo en reuniones así, podemos tener influencia unos sobre otros.

Debemos ayudarnos mutuamente, demostrar nuestro anhelo por la conexión. No hay necesidad de demostrar familiaridad ni abrazos ni palmadas. Debemos tratar de transmitirnos el anhelo de nuestro corazón. Es lo principal. Juntos debemos tratar de convencer al Creador de que ya somos dignos de que Él nos una.

Una demanda tan persistente de cada corazón a otros corazones y a través de su conexión al Creador, es lo más importante. Así comenzaremos a sentir que realmente estamos en la gran Luz superior.

Esto sólo se puede lograrse en grandes congresos. Por supuesto, puedes lograrlo en un grupo y en pequeños círculos, pero cuando mucha gente viene, ya adaptada entre sí, es realmente una gran fuerza. No hay nada igual en el mundo. Además, el mundo, subconsciente e inconscientemente, espera que atraigamos Luz, que le acerquemos la fuerza superior.
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Del Congreso en Moldavia, día uno, 6/sep/19, «Disolviéndose en los amigos», lección 1

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