Recibí una pregunta: He estado pensando en lo que usted preconiza sobre una sociedad libre del ego y la imagen que me viene a la mente es desoladora. Supongamos que se establece esta sociedad, entonces nuestras vidas estarán desprovistas de todo lo que se base en el ego. No tendremos deportes, que se fundamentan en el egoísmo y el deseo de ganar. No tendremos ciencia, puesto que los científicos aspiran al reconocimiento y los honores del mundo. Toda la actividad profesional se detendrá porque la gente no tendrá la motivación del triunfo. No existirá la familia porque las familias se crean cuando un hombre quiere una mujer hermosa y ella quiere un hombre inteligente. La conexión entre padres e hijos se romperá si todos son igualmente cercanos. El transporte, la manufactura y el comercio cesarán de funcionar puesto que a estas actividades las impulsa el interés propio.
La humanidad declinará a un nivel primitivo de existencia en donde todos son iguales como una masa grisácea sin educación ni hogar. Sin el ego, todo se detendría. Eso nos llevaría a la extinción puesto que no existirá el amor por los niños y no habrá necesidad de reproducirse. Pero al menos todos estaremos en el Mundo Superior.
¿Mi visión del sistema que sugiere es correcta? Dígame si me equivoco y por qué.
Mi respuesta: El egoísmo es nuestra naturaleza. Si lo aniquiláramos perderíamos todo el fundamento de la vida. Sin embargo, si reemplazamos el egoísmo con el otorgamiento, alcanzaremos la capacidad de hacer las mismas cosas de siempre recibiendo una plenitud ilimitada.
Lo único que cambiaría es la intención de la gente, mientras que todas sus acciones permanecerían siendo las mismas. La gente recibirá con la intención de otorgar, por el bien de los demás lo que les permitirá realizarse y llenarse completamente.
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En el nuevo mundo competiremos con los demás por el otorgamiento