La gente en nuestro mundo no tiene libre albedrío. Debemos introducir en las personas una cualidad opuesta a la que tienen para que se les formen dos cualidades; para ser más exactos, no es introducir, sino estimular un punto en el corazón. Está en todos y necesitamos despertarlo.
Cuando se manifiesta, entonces puedes trabajar con él, pero no antes.
Las personas en las que hay una sola cualidad se llaman animales, y aquellas en las que hay un punto en el corazón ya se llaman hombres según el futuro que de él pueda desarrollarse.