El grupo de Abraham, que acordó trabajar en la consecución del mundo superior y dejó a Babilonia con él, sintió que se sumergía en un gran egoísmo, lo que se llamó el exilio egipcio, del estado espiritual que anhelaban alcanzar.
Una vez que superaron este odio mutuo y salieron de él, de repente descubrieron una relación completamente nueva entre ellos. Comenzaron a sentir las leyes del intercambio y la negociación humana, que luego fueron descritas en el libro llamado Torá (Biblia).
Describe no solo la conexión entre personas, es un método de interconexión universal, es decir, interacciones muy complejas cuando las personas son un sistema.
Adán, la primera persona que reveló lo espiritual, habló y escribió. Iba a adaptar la naturaleza dentro de sí mismo, estaba solo.
Abraham, es un grado completamente diferente, el siguiente nivel. Él dijo: “¡Todas las personas necesitan unirse! El egoísmo que ha surgido entre nosotros es el material perfecto para el trabajo espiritual. Esto es lo que nos separa y rompe todos los elementos de interacción entre nosotros.
De hecho, existen para que podamos ensamblarlos correctamente entre nosotros. Vamos a armar un esquema a partir de ellos. Quizás incluso descubramos que el esquema ya existe, necesitamos comenzar a ejecutarlo y tratarlo. Si comenzamos a tratarnos con amor, con la interacción correcta, veremos qué tipo de sistema se forma entre nosotros”.
En la siguiente etapa, el líder de este grupo fue Moisés; describió el sistema espiritual en la Torá. En él, esbozó todas sus leyes y comenzó a describir este sistema desde dos lados para que todos pudieran entenderlo, percibirlo y comenzar a conmutar en él como parte integral.
Prácticamente, toda la Torá son leyes de conmutación. Por eso dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo, es la ley principal de la Torá”.
Amor significa unirse al sistema espiritual sin ninguna interferencia, completamente en su realización absoluta.
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