Para permitirnos alcanzar la esencia de la creación, su fuerza interior, que es el Creador, la creación primero nos revela su destrucción. Sus elementos comienzan a conectarse entre sí: primero los átomos, las moléculas, los organismos simples, luego las partes masculina y femenina de la creación.
Al final, la conexión alcanza no solo los niveles inanimado, vegetativo y animado, también el nivel humano, es decir, la conexión basada en personajes, puntos de vista, conexión mutua y el nacimiento de una descendencia común.
De esta manera, nos desarrollamos cada vez más hasta que nos damos cuenta de la necesidad de una conexión cada vez más interna entre nosotros y luego descubrimos nuestra oposición, nuestro odio mutuo y nuestro rechazo. Cuanto más crecen estas fuerzas dentro de nosotros, más nos desarrollamos en el contraste de estos opuestos.
Esta contradicción está dentro de cada uno de nosotros, deseos y problemas opuestos, por eso queremos unirnos pero no podemos hacerlo. Así seguimos el camino de nuestro desarrollo, nos conectamos en diferentes grupos, naciones, países, partidos y todo tipo de asociaciones, de esta forma llegamos a nuestro tiempo divididos en nacionalidades, estados y familias.
Ahora ha llegado el momento de atravesar una etapa de desarrollo muy especial y descubrir que debemos superar todas nuestras diferencias, es decir, la unidad ya no debe ser a nivel corporal, sino espiritual; este es el llamado de los tiempos en los que nos encontramos, requiere que nos elevemos por encima de todas las contradicciones.
Esperemos que podamos comprender este requisito y aplicarlo para que, en última instancia, podamos llegar a algo en común como un solo hombre.