Nuestro desarrollo egoísta nos ha llevado a un estado dentro del cual ya no podemos lograr satisfacción con las cosas sencillas. Pero aunque nuestra propia naturaleza nos cause sufrimiento, no podemos hacer nada al respecto. Así es que, ¿por qué tenemos que pasar por el fracaso, el sufrimiento y una vida de constante opresión? Esto es con el fin de revelar que nuestro egoísmo es malo, y darnos cuenta que es indispensable deshacernos de éste, a pesar del hecho que nos parezca imposible.
No tenemos opción: ya que no podemos reducir el egoísmo, debemos corregirlo. El fenómeno que se está desarrollando ahora no tiene precedente alguno. Hoy en día, el deseo de recibir placer está creciendo más que nunca y nos muestra cuán poderoso es. De hecho se está volviendo global, y no puede ni ser reducido, ni devuelto a los límites anteriores.
Las personas no pueden restringirse y volver a llevar una vida sencilla, porque su egoísmo se está volviendo global. El hombre no puede desconectarse de todo el mundo; no puede decir que no le importa nada y esconderse en una parcela en donde pueda sembrar su alimento y vivir su vida en privado, dejando a los demás del otro lado de la cerca para que ellos descubran un sentido a la existencia de su mundo por su propia cuenta.
La fuerza de la globalización y la integración son una realidad, y todos estamos bajo su influencia. Entre más se revele el deseo general egoísta de recibir placer en el mundo, más constataremos cuán integral es, y en qué medida nos conecta unos con otros. ¡Y entonces nos veremos forzados a elevarnos por encima de él!
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