José es llamado el justo, y el justo es la base del mundo. Es quien conduce a la persona dentro de su egoísmo y establece su conexión con el Faraón. Luego con su ayuda, el individuo se conecta con las cualidades más elevadas, como Moisés.
A través de José, empezamos a familiarizarnos con el sistema Superior y gracias a él, nos podemos conectar y tratamos de encontrar las cualidades espirituales que nos acerquen a la fuerza Superior y alcanzar al Creador. Cada cualidad espiritual se obtiene a través de él, a través de la Sefirá Yesod y de nuestra conexión.
Él es justo la base del mundo, porque solo a través de la conexión, a través de Yesod, alcanzamos todas las cualidades espirituales superiores. En nuestro trabajo, es el sentimiento más necesario y cercano a nosotros, la conexión en un grupo. A través del punto de conexión empezamos a reconocer la cualidad de José.
La Torá habla de cómo los hermanos lo venden para hacerlo esclavo. Ellos no entienden esta cualidad todavía, porque son más grandes que él y no están aún familiarizados con su cualidad. Lo consideran como un hermano menor y no están de acuerdo con que él deba destacar.
Lo principal sobre José es que nos lleva a la conexión. No tiene su propia cualidad individual. Él combina todas las demás cualidades en su anhelo por la conexión; y por medio de él, al Creador. Es una cualidad común en la que todos los demás hermanos están incluidos, y ellos contrastan debido al desarrollo del deseo de recibir, es decir, el Faraón.
Por lo tanto, a partir de la cualidad de José, de Yesod, llega el sustento, la fuerza de vida y la potencia del alcance. También a través de él se da la revelación del Faraón. Al principio de la esclavitud egipcia, el Faraón era amable y no se sentía en absoluto como esclavitud. Al contrario, nos desarrollamos; y todo esto, con su ayuda. José es el comienzo del alcance del bien y del mal en toda nuestra vida y por lo tanto, está más cerca de nosotros.
Su cualidad se implementa a través de nuestra conexión. Él es llamado “todo”, porque dentro de él están combinadas todas las cualidades y a través de ellas, nos conecta con el Creador. Alcanzar a José, es alcanzar la unidad, la esencia de nuestra conexión. Es el primer paso que nos saca de este mundo y nos conduce al alcance del Creador, el mundo espiritual, el mundo superior.
Josef es como un árbol que nos entrega todas las frutas de la vida. Es una conexión con la raíz superior, a partir de la cual fluye todo el bien al mundo. Comemos de él, gracias a él vivimos, nos agrupamos y nos multiplicamos. Es el lugar de nuestra conexión con todo lo demás y con el Creador; en otras palabras, es el lugar de la salida de este mundo corporal y del ingreso al mundo espiritual. Todo esto se lleva a cabo por medio de la cualidad de Josef, el grado que está más cerca de nosotros.
Se sabe que para avanzar, al menos un paso adelante, necesitamos conectarnos en decenas. Josef es llamado todo, porque combina todas nuestras cualidades juntas. Cada uno en la decena tiene sus propias cualidades, que son distintas a las de los demás; pero una vez que nos sobreponemos a nosotros mismos, somos capaces de estar juntos. Si nos superponemos a nuestras diferencias egoístas, cada uno por encima de su egoísmo, entonces nos volvemos semejantes e iguales y podemos conectarnos y complementarnos mutuamente.
Alcanzamos esto en la medida que alcanzamos la Sefira Yesod, la cual es llamada todo. Cuando ascendemos por sobre nuestro egoísmo y llegamos a la fe por encima de la razón, a la conexión en la decena, creamos una nueva cualidad espiritual común para todos, llamada el Creador. Él surge de la conexión entre nosotros y dice: “¡Ustedes me han hecho!”.
Resulta que a través de nuestra conexión, hemos creado al Creador. Así es como Él se nos revela. La primera relación con el Creador, con la fuerza superior, con el mundo superior, ocurre por medio de la cualidad de Yesod.
Los invitados de honor, Ushpizin, que llegan a la Sucá, organizan el entorno correcto para nosotros. Josef es el último en esta cadena, en lugar de Maljut.
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