La igualdad es una equivalencia de propiedades. Si tú y yo somos iguales, entonces nuestras propiedades coinciden.
No existe ninguna otra igualdad. A pesar de que internamente somos diferentes y realizamos estas propiedades de formas distintas, seguimos teniendo equivalencia. Solo de este modo puede alcanzarse la igualdad.
Resulta que todo el mundo es absolutamente diferente; nadie es similar a otro, y sin embargo todos son iguales porque cada uno se realiza a sí mismo dentro del otorgamiento y la conexión con los demás en el grado máximo de sus capacidades.
Pregunta:
¿Significa esto que la igualdad material no está conectada a la igualdad interior de ninguna manera?
Respuesta:
Si obtienes igualdad espiritual, entonces también habrá igualdad material. De lo contrario, no serás capaz de hacer la igualdad material de la manera correcta.