Comentario: Me contó cómo su maestro Rabash era paciente con sus detractores. Trataba de justificar a todos porque percibía todo como una interacción con el Creador, como un sistema común.
Mi respuesta: Sí, pero de todos modos, en la interacción con el Creador hay tales imágenes que son agradables, decentes y nobles y hay otras que son opuestas a ellas. Por lo tanto, no tengo que amar todo. Si amo todo, no corregiré nada.
Pregunta: Entonces, ¿cuál es la esencia de esta corrección? ¿Estaba Rabash procesando lo que le fue revelado dentro de sí mismo y luego dando esta información?
Respuesta: No estaba diciendo nada a nadie. Solo estaba enseñando su profesión: cómo, al controlarse a sí mismo, uno puede comenzar a controlar el entorno inmediato y construir el siguiente grado a través de él. Esta es la profesión del cabalista.
Pero no daba ninguna información útil. Hoy lo hago porque el mundo se ha vuelto común, redondo e interdependiente. El mundo depende de cómo nos desarrollemos en relación con él y de cómo nos parezca en relación con nosotros mismos.
Esta interdependencia obliga al cabalista de hoy a salir de su rincón y a interesarse por la política, la economía, etc. Esta es la razón por la que escribo entradas de blog relevantes. Los cabalistas del pasado ni siquiera soñaban que tendrían que responder a tales preguntas y comprometerse con esto.
Comentario: Rabash, sin embargo, era muy reservado. Aparte de la información que le pasó a usted, no se puso realmente en contacto con nadie.
Mi respuesta: No tenía que hacerlo. ¿Con quién podría hablar? No hay nada que hablar con los creyentes, simplemente creen. No hay nada que hablar con los no creyentes, ellos no creen. Solo hablaba con los que venían a él y querían estudiar, sentarse y estudiar.
Incluso cuando una persona viene y se sienta, ¿qué hay que hablar con ella? No hay nada que hablar. Abres el material inicial o se lo das a uno de tus alumnos para que estudie con él. Rabash nunca estudió con los nuevos. Siempre se los pasaba a otros. Eso era todo.
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