Para ascender espiritualmente requerimos del egoísmo por encima del cual es preciso que nos elevemos. No es necesario eliminar los obstáculos, sino elevarnos encima de ellos.
Es la diferencia fundamental entre la Cabalá y todas las demás metodologías espirituales, religiones y creencias. Éstas nos enseñan a eliminar los problemas y a tranquilizarnos, para que todos se sientan cómodos.
Este es el principio por el que se rige todo el mundo. Todos se calman tanto como les es posible, acudiendo al psiquiatra, tomando medicamentos, luchando, intentando encontrar consuelo en el sueño, el alcohol, la religión y el reconocimiento en este mundo.
Todo lo que una persona hace es con el fin de borrar los sentimientos desagradables.
Debido a este principio, las religiones atraen a las personas, templando su egoísmo. Pero ocurre todo lo contrario en la Cabalá; se tiene que utilizar todo el egoísmo, incrementarlo y elevarse por encima de él.
Por consiguiente, una persona que quiere corregir su egoísmo y convertirlo en otorgamiento necesita la Luz que reforme este egoísmo. Necesita exactamente la Fuerza que creó su ego, ya que esta Fuerza le ayudará a elevarse por encima de él.
Si una persona únicamente suprime su egoísmo, entonces no necesita la Luz que retorna o el Creador. Se inventa alguna religión o metodología para sentirse cómodo.
La diferencia entre todos los otros métodos y la Cabalá es que ésta no apaga al egoísmo, sino más bien, le da vida.
Por consiguiente, solamente el método cabalístico, que opera con el egoísmo (no lo suprime sino lo valora y lo utiliza) conduce a la persona a la Luz Superior.
En realidad, una persona necesita la Luz para subyugar a su egoísmo y esta Luz debe elevarnos por encima de todos los obstáculos. Esto es trabajo espiritual práctico.
Si una persona no necesita ayuda de la Luz, el Creador, para elevarse por encima de los obstáculos y su egoísmo, entonces nunca alcanzará el otorgamiento.
(Extracto de la lección 2 durante el congreso eurasiático el 23 de octubre 2009)