Nuestro mundo integral es un círculo sin principio ni fin

upperRecibí una pregunta: ¿Cómo puede uno odiar su egoísmo sin odiar a los otros al mismo tiempo?

Mi respuesta: El problema con el mundo de hoy es que todos culpan a los demás. Pero si estamos hablando de un sistema cerrado, integral, es que todos allí dentro son culpables; nadie tiene razón o se equivoca. Si el mal persiste es el resultado de todos y cada uno de nosotros.

Si todas las ruedas dentadas están engranadas unas con otras, no hay una rueda que pueda salvarse de la recompensa o el castigo; todas están conectadas. No se puede pensar que alguna debe girar o forzar a los demás a girar por las otras; todas giran simultáneamente. Por consiguiente, nuestra corrección es mutua. Eso significa que todos debemos decidir simultáneamente: «Dejemos de girar cada una por su lado y empecemos a girar en la misma dirección, cada una por el bien de la otra».

Todos somos culpables de lo que está ocurriendo en el mundo. No existen criminales o víctimas. Todos somos igual de responsables por todo lo bueno y lo malo. Eso es porque vivimos en un mundo integral y la representación de un mundo integral es un «círculo» que no tiene principio ni fin. Así es que no hay nadie a quien culpar. Todos contribuyen a todo lo que ocurre en la sociedad humana.

Tenemos que comprender la naturaleza de un sistema integral completo y empezar a tratar a todos en forma distinta. Si yo alcanzo el reconocimiento del mal, me vengo a dar cuenta que soy el único criminal en el mundo.

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