Pregunta: ¿Por qué leemos el Libro del Zóhar?
Respuesta: Lo utilizamos como medio de avance espiritual del grupo.
En primer lugar, el deseo adquirido se manifiesta en forma de un determinado grupo de personas. Los deseos rotos individuales se manifiestan entre sí en forma física y, gracias a ello, son capaces de establecer una conexión inicial entre ellos. Se reúnen en grupo y estudian el Libro del Zóhar.
Al mismo tiempo, el deseo roto parece aspirar a algo superior. Un estudio conjunto de un grado superior bajo la dirección de un maestro, dada la correcta participación de todos, trae cambios a los amigos. Tratan de adquirir las vasijas de una línea recta, entonces la luz circundante en las vasijas del círculo que los rodea está lista para entrar en ellos. Pero por ahora, viene de los círculos a los vacíos de sus deseos desde lejos, en forma de luz circundante, hasta que toman una forma recta.
Este es, de hecho, el propósito del estudio. Entonces, en las vasijas corregidas, podrán estudiar los mismos textos y las mismas luces que han pasado de externas a internas y han pasado de vasijas de círculos a vasijas de línea recta.
Así, el Libro del Zóhar es una herramienta especial que utilizamos sin saber exactamente cómo nos afecta. Pero no importa, sigue funcionando.
Pregunta: ¿Por qué el Zóhar es más poderoso que la Torá en este sentido?
Respuesta: El Libro del Zóhar tiene un efecto más fuerte que la Torá porque está escrito en un estilo y una forma dictados por el período que siguió a la destrucción del Templo.
Anteriormente, el pueblo de Israel estaba en la cima de Mojin de Haya, su final personal de corrección, y luego cayó de ella en el ocultamiento. Como resultado, los cabalistas se encuentran en un estado roto entre todos y al mismo tiempo se elevan por encima de todos. Esta diferencia entre los dos “extremos” de la realidad, entre el mundo del infinito y nuestro mundo, se ha abierto en ellos.
Los hijos de Israel cayeron en el fondo, en el egoísmo más pesado, mientras que los cabalistas del grupo de Rabí Shimon estaban en la cima. Como resultado, la brecha, la grieta entre ellos, la nación corrió desde el infinito negativo hasta el infinito positivo.
Después, a lo largo del exilio y hasta su final, las vasijas del pueblo de Israel deberían mezclarse con todos los demás y aportarles chispas espirituales.
La Torá es otra cosa. Moisés escribió el Pentateuco en el punto álgido de la corrección final. Él mismo estaba por encima de todo, pero el pueblo no estaba en el mismo estado. Al fin y al cabo, acababan de salir de Egipto, y Egipto aún no es una ruptura.
En Egipto solo se revela su pequeño grado y no la totalidad de la ruptura, en el curso de la cual la santidad entra en la profanación, “sacudiéndola” y permitiendo la corrección de los defectos, “expandiéndose a pasos agigantados”. Así pues, como el pueblo no había alcanzado aún tales estados, Moisés no podía revelar ni expresar en el Pentateuco todos los procesos de corrección. Solo reflejó lo que había sucedido hasta entonces.
En general, cada nivel incluye todos los demás. El individuo y el todo son iguales. Por lo tanto, la Torá, por supuesto, lo contiene todo, pero en una forma tal que es imposible utilizarla en su totalidad para la corrección de las almas. No se puede extraer luz del Pentateuco que devuelva a las almas rotas a la fuente, porque el éxodo de Egipto ocurrió antes de la ruptura actual.
En la antigua Babilonia, solo se reveló una pequeña parte, lo que permitió unir a los GaR, “antepasados”, para hacer pesar sus corazones y, al salir de Egipto, producir de ellos “hijos”, las tribus de Israel. Luego, siguió la era de los dos Templos y el último exilio.
Por lo tanto, el Libro del Zóhar fue escrito desde estados polares completamente diferentes con una diferencia máxima entre la altura de 125 grados y la ruptura final de los hijos de Israel. No ahondemos en los detalles ni en las circunstancias espirituales de esa época; lo que sí es importante saber es que este libro se corresponde perfectamente con lo que hay en la naturaleza.
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