Primero tenemos que saber que cuando estamos tratando con asuntos espirituales, que no tienen nada que ver con tiempo, espacio o movimiento, no tenemos palabras con las que contemplar o expresar. Todo nuestro vocabulario es tomado de nuestros sentidos imaginarios.
Por este motivo, los sabios de la Cabalá han elegido un lenguaje especial que llamamos “el lenguaje de las ramas” (Baal HaSulam, Estudio de las Diez Sefirot, Parte 1, “Línea y restricción”, Observación Interna).
El lenguaje de las ramas es un lenguaje especial utilizado por los cabalistas. Por un lado, es tomado de nuestro mundo y por otra parte, de la sensación que toman del mundo superior. Resulta que al hablar en el lenguaje de nuestro mundo, los cabalistas proponen describir algunos fenómenos del mundo superior.
En principio es imposible, pero cuando una persona estudia el texto gradualmente con más devoción; y quiere alcanzar las verdaderas acciones y leyes espirituales, entonces invita a la luz superior para que se acerque a ella, porque así es como está impresa en el texto mismo por su autor.
Por consiguiente, la persona se empieza a aproximar a la comprensión del significado interno del texto. Así, gradualmente supera esta insuperable barrera fundamental entre nuestro mundo y el mundo espiritual y comienza a entender las acciones espirituales, a través de las palabras de nuestro mundo.
En el Estudio de las Diez Sefirot, Baal HaSulam entrega un diccionario de términos cabalísticos y da una explicación de ellos cercana al entendimiento en nuestro mundo. Pero todavía no es nuestro mundo.
Luz, oscuridad, acercamiento, distanciamiento, restricción —en general, él intenta explicar todas las acciones del mundo espiritual con la ayuda de varios términos y al estudiarlos, atraemos la luz circundante sobre nosotros.
De hecho, no entendemos de lo que se trata, pero al mismo tiempo, despertamos la luz superior, que influye en nosotros y nos acerca a sentir las acciones de la luz superior.
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