Si me anulo ante los amigos, ya indica que tengo fe en el Creador. Por lo tanto, al anularnos ante los amigos, podemos acercarnos al Creador. Después de todo, el Creador no existe sin los seres creados. Si nos conectamos, entonces nuestra conexión se llama el Creador. Nosotros mismos lo creamos y trabajamos con Él.
El grupo unido es como un radiotelescopio que capta la influencia del grado superior. Una persona ordinaria no puede sentirla, pero una decena unida recibe esta fuerza especial, inalcanzable, desde arriba. Esta fuerza se revela dentro de la decena, que actúa como un radar, una antena parabólica, que detecta esta cualidad superior.
Sin ese grupo, no podremos alcanzar la revelación del Creador. Solo al conectarnos entre nosotros de cierta manera creamos, giramos y ajustamos este disco de radar, nuestro deseo común, para atrapar dentro de él lo que se llama el Creador, es decir, “ven y ve” (Bo-Re).
El Creador mismo está por encima de nuestro alcance y la única manera de revelarlo es conectarnos entre nosotros y sintonizarnos con Él, de manera similar a como cualquier receptor de radio solo puede recibir la onda entrante pero no el transmisor mismo. Por lo tanto, no hay nada más importante que nuestra conexión porque nos lleva a la conexión con el Creador.
No importa cuánto trate de ajustar mis deseos solo, al final me doy cuenta de que no podré alcanzar la conexión con el Creador y necesito una conexión con los amigos. Después de todo, solo a través de ellos podré llegar a la conexión con el Creador. Yo mismo soy la última Sefirá, Maljut, y mis amigos son las primeras nueve Sefirot, que, a través de esta dirección, el Creador llega a mí.
Una condición necesaria para la oración es integrarse tanto en los amigos que sintamos que dentro de nuestra conexión podemos recibir un mensaje del Creador. Cuando capto este mensaje, quiero responderlo junto con mis amigos. A través de él podemos elevarnos y alcanzar un contacto real con el Creador.
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