Ynet: “Simjat Torá para iluminar el año nuevo”

De mi columna en  Ynet: “Simjat Torá  para iluminar el año nuevo”

Algunos somos adversos, otros tienen curiosidad, y suele causar controversia. Una cosa es cierta, es imposible permanecer totalmente indiferente. Artículo provocativo de Rav Laitman sobre la alegría y la fuerza interna de la Torá.   

“Regocijo en Simjat Torá” es el himno no oficial de las celebraciones de Simjat Torá, una antigua costumbre de celebrar el día en el cual se termina la lectura de la porción semanal de la Torá (Parashat Hashavua) y comenzamos a leerla de nuevo. Pero, ¿qué hay en el libro más popular en la historia humana que nos hace tan felices y alegres?  ¿es riqueza? ¿salud? ¿bienestar de la familia? Si no es para traer alegría, ¿para qué se hizo la Torá?

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La Torá no es solo un pergamino decorado, enrollado en el Arca Santa ni un sinónimo de los cinco Jumashim. De acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, hay una fuerza interna espiritual, una fuerza superior, oculta en la Torá o, como los cabalistas la llaman -Luz, que es fuente de toda la bondad en el mundo.

El ARI inicia su libro El árbol de la vida  con las palabras: “He aquí, que antes de que las emanaciones fueran emanadas y las criaturas fueran creadas, la Luz superior llenaba toda la existencia”. La Luz es la fuerza que precedió a la creación, la cual creó la materia del universo en el Big Bang hace 14 mil millones de años y la expandió en todas direcciones.

Los cabalistas describen la Luz como una fuerza, una ley de la naturaleza o un atributo que puede otorgar abundancia infinita. La Luz es la fuerza opuesta a nuestra naturaleza egoísta que aspira sólo a recibir más y más placer. Como resultado del atributo de la Luz de dar, otorgar y generar vida, se crearon galaxias, estrellas y toda la naturaleza inanimada, las plantas y los animales; finalmente, nosotros los humanos, para darnos bondad absoluta y eterna. Aún si no nos damos cuenta, nuestra existencia gira alrededor de la Luz. La exploramos con las herramientas que tenemos, pero incluso cuando alcanzamos el pico de la investigación global con la física moderna y pareciera que estamos justo por revelar la esencia de la Luz, por decodificar el secreto de la vida y ascender a una nueva dimensión, se revela lo opuesto: la Luz tiene atributos que nuestra limitada psicología no puede percibir.

Dar contra recibir

A diferencia de los científicos, los cabalistas exploran las leyes de la creación y la realidad espiritual. Han alcanzado la bondad eterna y absoluta, nos describen la realidad que sienten: cada momento la Luz nos da abundancia infinita, pero debido a que nuestros atributos son opuestos al atributo de la Luz, no podemos recibir el placer que de ella se deriva. Ellos nos dicen que la persona funciona naturalmente, solo para recibir placer y así sentirse bien, incluso si al obtener este placer daña a los demás, abusa de ellos y los lastima. “Todas las aflicciones que se sienten, son sólo debido al atributo innato de recepción” (Baal HaSulam). Así nacimos, ésta es nuestra naturaleza y no hay nada malo en eso. El problema comienza cuando la fuerza de otorgamiento y la fuerza de recepción chocan y nos sentimos mal…

Hoy nos encontramos en un momento de transición hacia una nueva era en el desarrollo humano, como los cabalistas nos dicen. Para ser exactos, vivimos en una realidad que ata a la humanidad a un sistema global. Es un sistema cerrado en el cual nos afectamos unos a otros y estamos conectados no sólo por estaciones retransmisoras infinitas y canales de comunicación, sino también en nuestro corazón. Las leyes de otorgamiento hacen que el sistema funcione de acuerdo al atributo de otorgamiento de la Luz Superior. Vivimos en un mundo manejado por cierta regulación que no entendemos. Si queremos conocer estas leyes, actuar de acuerdo a ellas y poder disfrutar una vida mejor, tenemos que descubrir nuevos sentidos y desarrollar atributos similares a la Luz. Mientras sigamos aferrados a nuestros atributos egoístas, habrá un continuo choque entre las fuerzas opuestas o en otras palabras, estaremos en crisis.

Crisis simboliza el fin del estado actual de nuestro desarrollo, el punto a partir del cual no podremos desarrollarnos más. No significa que no seguiremos mejorando nuestra vida, pero es un estado delicado en el proceso de evolución humana que significa el punto profundo y cualitativo de la crisis. Es suficiente ver la abundancia que hemos desarrollado en las últimas décadas para preguntarnos ¿a dónde nos lleva todo eso? ¿Somos más felices o más alegres? La gran cantidad de posesiones que hemos acumulado, ¿llena lo suficiente nuestra vida de satisfacción e interés? Cuando se trata de responder estas pregunta, las ciencias sociales, humanas y económicas llegan a un punto límite.

Con la ayuda de la Luz

La “crisis” mundial tiene una connotación negativa de dificultad y quebrantamiento, pero de acuerdo a los sabios, puede tener también significado positivo, en hebreo  -el sitio donde una mujer da a luz, el lugar donde una nueva vida es creada. En la antigua Grecia, la palabra “crisis” significa decisión, coyuntura o renacimiento. En China, la palabra “crisis” significa peligro combinado con oportunidad. En forma similar, la crisis que pasamos actualmente en cada aspecto de la vida: en ciencia, política, educación, sociedad e incluso, en la vida de individuos y comunidades, está en una especie de dolor de parto, un estado intermedio para acelerar nuestro desarrollo y ayudarnos a renacer a una nueva vida.

Durante generaciones, los cabalistas nos han facilitado el camino para el próximo estado, con el uso de un método serio y confiable, el método de conexión, la sabiduría de la Cabalá. En todos sus escritos nos dicen, de forma abierta u oculta, que la condición previa para el avance es estrechar nuestra unidad. Si cambiamos nuestra naturaleza egoísta, de nosotros hacia los demás y de amar en lugar de odiar, si nos acercamos y conectamos en lugar de alejarnos, experimentaremos placer infinito, igual que la Luz. Sólo podemos cambiar nuestra naturaleza con la fuerza de la Luz oculta en los escritos de los cabalistas.

Al tratar de sentirnos como uno, como la fuerza única, despertará un punto minúsculo de contacto con la Luz superior, con la fuerza de la Torá. Así, gradualmente nos llenamos con la sensación de vida. Igual que el calor de las llamas de una hoguera, calientan a todos los que están sentados a su alrededor, así la conexión entre nosotros, iluminará y calentará los corazones. Pero para encender la llama, tenemos que renunciar más y más a las partes egoístas y echarlas al fuego. Sólo cuando, gradualmente erradiquemos las partes ocultas en nosotros, que demandan para nosotros mismos, alcanzamos el amor general, la Luz de la Torá o como está dicho: “amar a tu prójimo como a tí mismo es la gran regla de la Torá.”

Así que, ¿qué podemos hacer ahora? En este punto, es suficiente si tratamos de unir nuestros pequeños deseos en un deseo común. La influencia de la Luz sobre nosotros crecerá de acuerdo a la intensidad de nuestra conexión; y en lugar de obligarnos a conectar con problemas y crisis, la Luz simplemente nos iluminará y atraerá como un objeto brillante. Está en nuestras manos. Cuanto mejor y más consideradas sean nuestras relaciones, la Luz más nos influirá y nos convertiremos en seres humanos, Adam (Hombre) deriva de la palabra hebrea Domeh ‘semejante al superior’ (Isaías 14:14). Así comenzaremos a vivir una vida eterna y a sentir dimensiones por encima de los límites de tiempo, movimiento y espacio, justo como los atributos de la Luz.

En tu propio beneficio

Hacia el fin de las celebraciones, es importante que dediquemos un tiempo para recapitular y autoexaminarnos. Debemos aclarar un punto importante: ¿funcionamos en  nuestro propio beneficio o en beneficio de los demás? ¿cuidamos a los que nos rodean como a nuestros hijos o sólo nos motiva nuestro propio beneficio? Esto es exactamente lo que nos separa de sentir felicidad, de la Luz que anhelamos.

Incluso si después de un escrutinio, descubrimos que sólo nos preocupamos de nosotros mismos, por una milésima o incluso una centésima, hay lugar para alegría. ¿Por qué? Porque descubrimos una oportunidad para convocar a la Luz superior para que nos guíe y que corrija nuestras relaciones corruptas, de amor propio a amor a los demás. Cada pequeño cambio que nos acerque unos a otros, nos acerca a la sensación de la Luz Superior. Mientras más trabajemos en garantía mutua, como debería hacerlo la nación de Israel, más cumpliremos con nuestra misión y seremos Luz para las naciones del mundo y la Luz Superior se esparcirá a través de nosotros a la humanidad. “Los hijos de Israel se han vuelto responsables de los demás para corregir al mundo entero con la fuerza de la Torá, ya que todo depende de los hijos de Israel. Todos los seres creados les seguirán, cuando se corrijan ellos mismos” (Sefat HaEmet).

Nuestra conexión ¡es una fuente de vida y nuestras buenas relaciones propician el regocijo de la Torá. En realidad, hoy, contrario al tiempo en que vivimos en el exilio, podemos alcanzar el gran gozo. No es sólo resultado de estar en la sinagoga mientras cantamos y bailamos con los escritos de la Torá en Simjat Torá, sino que el gozo real se deriva de la conexión con la fuente de Luz, con la Torá.

De acuerdo al Libro del Zohar, Torá es Luz y la persona que se compromete con la Torá recibe la Luz superior. La Luz de la Torá es la fuerza que nos reforma, de división a conexión; es la fuerza que nos une como nación, que nos llena de amor y calor, que nos eleva a la vida eterna y que garantiza el gozo.

“Ya que la parte que cada miembro de Israel tiene de la Torá, de su propia Torá y cada uno y todos con su parte y su libro se incluyan en uno, así la Torá es plena y los Dinim (juicios) en el mundo serán mitigados, cuando todos se unan como uno, habrá gran gozo, el regocijo en la Torá, Simjat Torah (Likutei Halachot).
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Del artículo en Ynet  20/oct/16

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