Amigos, los necesito

Elegir es lo más importante en nuestra vida. Constantemente elegimos, sopesamos y comparamos una cosa con otra, consciente o inconscientemente cambiamos nuestro enfoque, sistema de evaluación, punto de vista y prioridades. Toda nuestra vida es elegir la mejor opción de acuerdo con criterios determinados por lo más importante para nosotros al momento. Constantemente verificamos qué tenemos que perder y cuánto ganaremos como resultado de nuestra elección.

Es posible que la solución que elijamos no sea muy agradable, pero nos es importante y la buscamos. Toda la vida trabajamos como la computadora más compleja, procesamos muchos datos tratando de hacer el cálculo correcto. Por supuesto, a todos nos gustaría tomar la decisión correcta, la que nos permita determinar con confianza la mejor situación, la que gane en todos los indicadores y evite, sin duda, las peores situaciones, sin elegir una a expensas de la otra ni lamentar las oportunidades perdidas.

Sólo la fe permite hacer una elección así, sentir la fuerza de otorgamiento y amor que está más allá de nuestro deseo de recibir. El problema, sin embargo, es que no sentimos esta fuerza de otorgamiento y así ¿cómo podemos adquirir esa fe llamada «vara»? Incluso si la adquirimos, en el siguiente grado, la fe cruza a la esfera egoísta y se convierte en «serpiente».

Debo superar el creciente egoísmo y volver a la fe, ya en el nuevo grado. Cada vez, la fuerza de santidad se cruza con el ego, me elevo todo el tiempo como si caminara sobre dos pies, derecho e izquierdo. La línea izquierda crece, sólo si elevo la derecha correctamente.

Siempre debemos apoyarnos en la “vara» y no en la «serpiente», es decir, en la fe, algo que parece bajo y sin importancia para nuestro egoísmo y elevarlo. Este es todo el trabajo del hombre: la vara se cae constantemente y debemos levantarla. Si no sucede, no podríamos avanzar ni acercarnos al Creador. Cada vez que levanto la vara, la fe, avanzo un pequeño paso.

Tan pronto como dejo la vara, cae y se convierte en serpiente, que la vara caiga, es ayuda desde arriba; de lo contrario, no podríamos avanzar. Si me apoyo en mi conocimiento, es decir, si hago una elección egoísta, no tengo dificultad.

La vara es lo que me lleva al Creador. Si la sostengo como lo más importante, paso a paso me acerco a la cualidad de otorgamiento. El ambiente es la vara, es más importante para mí que yo mismo. Luego, con el entorno me elevo hacia el Creador. Este grado se llama Moisés porque atrae (Moshej) a la gente.1

La luz sólo se revela si hay una barrera. Pareciera que el espacio exterior debería ser el más brillante porque ahí, nada oscurece la luz. Sin embargo, precisamente porque no hay barrera para la luz, no se puede ver. El cosmos es absolutamente negro. Pero, si colocamos una pantalla ante los rayos del sol, se verá que hay luz.

¡Lo único que nos falta es la pantalla! La luz no puede brillar si no hay una barrera en su camino. Por eso, si queremos que la Luz se revele en nosotros, debemos tener una pantalla. Uno no puede convertirse en pantalla. Pero, si nos unimos en la decena, por encima de nuestro ego y a pesar de que cada uno está lleno de orgullo y no quiere conectarse con los demás, aumentamos la importancia de la conexión y aún más, la importancia del Creador a quien queremos revelar.

Queremos sentir al Creador dentro de nuestra unidad interna, tan real como nos sentimos ahora. Juntos hacemos un emparedado: nuestro deseo de recibir en la parte inferior, luego la unidad y la pantalla, en la parte superior, nuestra disposición para conectarnos a pesar del ego. Así, la Luz superior se revela en esta pantalla y es visible para nosotros.

Una persona no puede construir esa pantalla desde su ego personal; sólo es posible cuando se conecta con los amigos.2

Ayudar a un amigo es elevar la importancia de la espiritualidad, la importancia de la conexión, darle la “vara». Nadie puede hacerlo solo. Si se puede hacerlo uno mismo, no es un verdadero trabajo espiritual, es sólo la preparación.

Cada vez el trabajo se vuelve más y más difícil; pues, ahora me tropiezo con la “vara» que levanté antes. La línea izquierda se eleva más y más a expensas de la derecha, a expensas de mi éxito pasado. Debo comenzar todo de nuevo, como si estuviera en un lugar nuevo, en un país nuevo, en un idioma nuevo, con una nueva comprensión y una nueva percepción. ¡Es un nuevo grado! Cada día es como si hubiera nacido de nuevo.

Es imposible hacerlo solos. Es un gran error pensar que al encerrarme en mi trabajo interno personal puedo hacer un trabajo más profundo e íntimo. ¡No tiene sentido! Nos toma muchos años entender que así sólo gira en el mismo lugar, como un cachorro persiguiendo su cola.

Solo al incorporarnos cada vez más en el grupo, incluso si se trata de principiantes, estaremos ascendiendo a estados cada vez más elevados. Incluso si los amigos están debajo de ti, al incorporarlos, asciendes al siguiente grado. Sólo puedes levantar la “vara» con ayuda de amigos, todos juntos. ¡Amigos, los necesito! ¡Ayúdenme!3

De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 17/ago/19, Baal HaSulam, Shamati 59, «Acerca de la vara y la serpiente»

1 minuto 0:15

2 minuto 24:10

3 minuto 42:00

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