Del odio al amor no hay más que un solo paso

laitman_2009-03_4166Pregunta: Cuando me encuentre en el estado corregido, amaré a mi prójimo como a mi mismo. ¿Pero su deseo en relación al mío, seguirá siendo un deseo que no es mío?

Respuesta: No borramos las diferencias que existen entre nosotros: conservamos todos nuestros deseos. Está escrito, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, no está escrito, “anúlate y desaparece”.

“…como a ti mismo”, implica que la profundidad del deseo de cada persona permanece entre nosotros, así como nuestras diferencias y el odio por encima del cual nos elevamos, como en el Monte Sinaí (Sina significa odio en hebreo). Debemos usar nuestro ego, toda la extensión del egoísmo, para convertirlo en otorgamiento. Si canceláramos nuestros deseos, no tendríamos nada por encima de lo cual elevarnos.

Por lo tanto, no debemos destruir nada de nosotros mismos. Incluso las cualidades más viles tienen que quedarse. Solamente les agregamos la corrección sin crear nada nuevo; sencillamente empleamos lo que inicialmente existe en nosotros. Hasta el Mundo del Infinito, ascendemos por los grados de nuestro deseo egoísta transformándolo en otorgamiento.

Podemos caer en cualquier momento dado, como está escrito, “No creas en ti mismo hasta la hora de tu muerte (la muerte del egoísmo)”. Si pierdes la pantalla, caerás de nuevo en estos deseos, puesto que la pantalla restringe tu egoísmo, todo tu odio. Sin embargo, el odio permanece y puede reventar en cualquier momento.

Incluso en nuestra vida común y corriente observamos que la gente se une y de pronto y sin aviso previo, el odio irrumpe entre ellos y estalla la guerra. Eso sucede porque la gente crea conexiones basándose en “correcciones” que se desintegran en cualquier momento. Es como la Europa “unida”, en donde hay treinta países distintos, todos desgarrándose por oposiciones mutuas. No importa qué tanto intenten construirse una “casa en común”, todo eso puede explotar y provocar una tercera guerra mundial en cualquier instante.

De pronto se revelará un odio terrible, de un tipo que nunca se ha experimentado antes. Toda la unidad que han intentado alcanzar hasta ahora, será el combustible para el odio. Y todo lo que se necesita para que ocurra es un cerillo…

En nuestro ascenso espiritual, sólo el Creador es el garante de que eso nunca vaya a sucedernos, siempre y cuando lo incluyamos a Él en nuestra unión.

(Extracto de la Preparación a la clase, correspondiente al 8 de diciembre 2009).

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