El Creador está jugando al escondite con nosotros

“Mis hijos me han vencido”, es decir, no una persona, sino precisamente juntos. Cualquiera que desee revelar al Creador, debe unirse con otros como consigo mismo. Y sólo cuando se sienten como uno, como los hijos del Creador, pueden ir hacia Él, demandar y superar Su ocultación. 

El Creador se oculta a propósito para que lo podamos buscar. “Él no peleará por siempre” porque Él quiere revelarse, pero sólo si nosotros vamos tras Él y necesitamos revelarlo.  

Por eso, mientras más lo buscamos, mayor la revelación del Creador, exactamente como está dicho: “Mis hijos me han vendido”, es decir, muchos hijos. El Creador espera de nosotros la petición y se regocija cuando lo vencemos. Al final, toda la ocultación creada por Él, es con el fin de hacernos crecer, despertarnos para que busquemos y revelemos al Creador.  

El Creador siempre se revela a partir de la ocultación y nosotros debemos hacer el esfuerzo para unir. Al grado que unimos y eliminamos las fuerzas de separación que operan entre nosotros, las convertimos, de fuerzas de separación, en fuerzas de revelación y al grado de nuestros esfuerzos, revelamos al Creador en ellas. 

“Mis hijos me han vencido”, significa que estamos convirtiendo la ocultación en revelación. Por supuesto que no podemos hacerlo por nosotros mismos, pero pedimos al Creador que nos ayude. Por eso, nuestro trabajo consta de dos partes: primero, unirnos para alcanzar un deseo, una aspiración; y segundo, buscar al Creador y obligarlo a que se revele. Estamos siempre en trabajo mutuo: “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí”.  

Y cuando casi tenemos éxito en vencer la ocultación, el Creador inmediatamente se oculta y nos obliga a buscarlo de nuevo. Y así una y otra vez, porque sólo a partir de ambas formas, ocultación y revelación, aclaramos todas las cualidades del Creador y las convertimos en nuestras propias cualidades. La revelación del Creador sólo puede ser en equivalencia de forma, en el reflejo de sus cualidades en nuestras cualidades. 

Por lo tanto, el avance espiritual siempre va a través de ocultación y revelación. Y si no asociamos nuestros estados, ya sea a la revelación o a la ocultación, no nos relacionamos en absoluto con la espiritualidad y no estamos dirigidos al Creador. Al final, el camino al Creador puede tener dos opciones: ya sea ocultación o revelación. 

El individuo que busca la revelación del mundo superior, debe dirigirse de forma correcta, siempre descubriendo la ocultación y la revelación por encima de sus cualidades y acciones. Y la mayor ocultación, la mayor revelación llega de eso —uno contra el otro.

Para revelar al Creador, es necesario organizar un grupo, porque el Creador sólo se revela como diez Sefirot. Y de este modo, necesitamos descubrir los diez deseos que estén propiamente conectados y unidos por una intención común, sentirnos dispuestos a unirnos y apoyarnos mutuamente, como las diez Sefirot del Partzuf espiritual. Todos incluidos en todo y con deseo de revelar a la fuerza única.  

Y a pesar de que todas las decenas son muy distintas y están separadas por su ego, ya que venimos de una única fuerza, al anular nuestro egoísmo, de nuevo nos convertimos en un todo y tenemos la oportunidad de revelar nuevas formas del Creador, una, otra y únicamente.

El Creador juega al escondite con nosotros: Se oculta, lo buscamos y lo encontramos y de nuevo Él se esconde. Para que corramos tras Él y en esta búsqueda gradualmente lo estudiamos y formateamos nuestros deseos en equivalencia con la fuerza superior, los preparamos para la revelación de todas las cualidades de la luz superior.  

Lo que se aprende en la decena es ganancia espiritual que permanece en los Kelim para siempre. Pero el hombre no puede mantener dentro de sí los pensamientos y sentimientos espirituales.
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Del Congreso Mundial de Cabalá 2021, “Descubriendo la vida en la decena”, 28/feb/21,  «La decena: Un instrumento musical en las manos del Creador,» lección 9.

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