El espacio derivado del alma

Pregunta: Está escrito que el primer hombre, Adám, tenía muchos cuerpos y revestimientos. ¿Cómo difieren “cuerpo”, “materia”, y un “vestidura”?

Respuesta: La “Materia” es el deseo de recibir. Una “vestidura” es el grado de otorgamiento en el que puede estar.

Toda la “historia” de la materia empieza con la ruptura de los mundos, seguida del nacimiento del alma colectiva (Adám), que también se rompe y nosotros debemos reformarla puesto que nosotros somos sus partes. Para hacer eso, es necesario seleccionar los deseos (Kelím), después de clarificar cuáles de ellos pueden y cuáles no pueden ser reformados, y cuáles no necesitan ser corregidos. Por lo tanto, ellos están divididos en tres categorías o tres cuerpos.

El cuerpo externo, es el peor deseo que no puede ser reformado para nada. El cuerpo interno no necesita ser corregido porque es reformado desde Arriba. De hecho, si no hubiese sido corregido desde Arriba, nosotros no podríamos corregir nada en absoluto.

No se espera de nosotros que corrijamos todo el daño de la ruptura puesto que no somos capaces de lograrlo. Tenemos que volvernos parte del sistema que nos ayudará a realizar correcciones. Por tanto, los deseos que están en otorgamiento son corregidos desde Arriba. Y los auténticos Kelím (vasijas) de recepción, él «corazón de piedra» (Lev ha Éven), no puede ser reformado por nosotros.

En realidad, nosotros no corregimos nada en absoluto, ¡sólo discernimos la diferencia entre el Creador y el creado! No necesito corregir mi deseo de sentir placer, puesto que me fue dado con el propósito de clarificación, para que a través de análisis y síntesis, yo aparezca con una «derivada», un nuevo significado sintetizado.

No es la materia de la que es interesante (ya sea “corrupta” o “corregida”): más bien, es más interesante usarla para discernir un concepto más exaltado: «¿Quién es el Creador?» Lo que significa, llegar a conocerlo a través de «Sus actos». Y por tanto, no necesito trabajar con deseos que no pueden ser reformados o que no necesitan ser reformados. Lo que yo necesito hacer es examinar el lugar donde todos ellos están mezclados.

En el «corazón de piedra», no existe nada por estudiar y examinar. Con los deseos más exaltados, GE (Galgálta ve Eináim), tampoco hay nada que hacer, puesto que ellos son las propiedades del alma y no me pertenece. Yo sólo puedo estar en el medio, entre uno y el otro. Mi corrección entera equivale a los discernimientos, clarificando el bien del mal.

De esta manera, no corrijo nada, puesto que no es mi trabajo. Pero gracias a mis discernimientos y esfuerzo, la agitación, y el dolor, puedo adquirir algo especial, que está por encima de los deseos que no van más allá del nivel animado.

Esta es toda la materia de la creación, el deseo de disfrutar: los grados inanimado, vegetativo y animado. Pero tengo que descubrir el nivel humano, ¡el grado del Creador en mí! En la actualidad, no existe dentro de mí, sino al averiguar la diferencia entre la recepción y otorgamiento, empiezo a comprender al Creador. Y este es el «beneficio» del trabajo espiritual.

(30641 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/23/10, Beit Shaar HaKavanot)

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