La persona avanza en la medida en que invierte en el estimulador espiritual. No ingreso al estimulador únicamente para contestar a las preguntas. A nadie le interesan mis respuestas. El programa puede guardar un registro de lo que respondo, o no, de si ingresé o no. No tiene valor alguno. Lo que interesa es con qué reverencia interior y aprehensión ingresé y lo que quiero dejar allí, qué parte de mi corazón. Eso es lo que importa.
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