El silencio rugiente

Pregunta: ¿Cómo prepararnos para la convención interior de silencio que decidimos tener, para que gracias a este silencio y a la concentración interior alcancemos el máximo avance espiritual y nos elevemos a un nuevo nivel?

Respuesta: Después de la altamente exitosa convención que tuvimos, después de tres días de una increíble experiencia de elevación espiritual de este festival de agitación y deleite, también debemos entender que la parte principal de nuestro trabajo se hace internamente. Por supuesto, también hubo trabajo interno en la convención, pero en realidad este tipo de trabajo no requiere de ningún movimiento externo.

Nuestros millones de amigos que estudian con nosotros y que están atados a nosotros en su corazón y alma, tampoco tienen que viajar a ninguna parte. Nosotros tenemos que hacer nuestro trabajo interno que está dirigido de manera más interna, a conectar un corazón con otro, un cerebro con otro, y a unirnos más profundamente. Por lo tanto, tenemos que estar a veces en silencio, encerrarnos en nosotros mismos, y tratar de conectarnos allí. Este tipo de trabajo requiere de un esfuerzo grande, más significativo que aquella necesidad de saltar y bailar. Este es un trabajo muy duro que requiere el mayor esfuerzo interno.

Tenemos que hacer un esfuerzo para que todos juntos sintamos esta conexión silenciosa. Los cabalistas dicen que para alcanzar el estado de «Escucha Oh Israel» (que es un nivel muy alto, desde GAR de Zeir Anpin y por encima), ellos se preparaban durante dos horas en el mundo corpóreo, sentándose en silencio y preparando la intención deseada.

Las comidas con mi maestro fueron también en un silencio absoluto. Estaba prohibido hablar con la persona que estaba a tu lado. Comíamos la comida sencilla que estaba allí, bebíamos, y guardábamos silencio. Después de media hora Rabash hablaba durante unos minutos, y allí se terminaba todo.

Muchas acciones se llevaron a cabo en silencio, al mantener el silencio. A veces, alguien cantaba y los demás nos quedábamos callados. El viernes por la noche teníamos una cena de una hora y media y ni siquiera comíamos allí porque ya estábamos llenos. Cada persona recibía una manzana pequeña, un vaso de cerveza de malta, y un pequeño pedazo de pan negro para que todos pudiéramos bendecir juntos. Así, pasábamos dos horas, sin ningún movimiento ni palabras.

A veces, en la lección o durante una comida, Rabash decía «¡Pensemos!» Y cerraba los ojos y bajaba la cabeza, como si estuviera dormido, durante unos 40 minutos.

El punto es que tenemos que hacer mucho trabajo interior. Después de una lección debemos salir al mundo y entrar en sus turbulencias, volando con sus huracanes que nos tiran de un estado a otro. La persona no tiene oportunidad de parar y pensar, de estar consigo mismo, de interiorizar lo que ha escuchado, de poner las cosas en los lugares correctos, y de hacer una búsqueda en el alma. Llegamos a tales aclaraciones sólo en raras ocasiones, en los momentos trágicos.

Así que creo que tenemos que estar en silencio. Pero para hacerlo, tenemos que estar preparados para la conexión interna a fin de que sintamos dentro una fuerza poderosa, un grito, un canto y una danza, todo nuestro estudio. ¡No debe haber silencio solamente, sino un silencio rugiente!

(63815 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/21/2011, «Introducción al TES»)

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