En busca de un socio espiritual

Hace unos 40 años, el divorcio era considerado un acto deshonroso, hoy en día, no hay nada inusual en ello. ¡La gente no entiende por qué tiene que casarse, tener hijos, y por qué debería seguir viviendo!

Si no encuentra la respuesta a esta pregunta, la persona no necesitará tener una familia o tener hijos. Yo puedo seguir viviendo por mi cuenta lo más cómodamente posible, lo que suceda más adelante no me preocupa. Hoy en día, esta es la forma en la que nuestro ego se relaciona con la vida.

Pero si descubro una meta más alta, la forma de abrir las puertas a otro mundo, a la intención eterna, además, si yo sé que puede suceder aquí y ahora, entonces, aunque requiera de una mayor responsabilidad y me imponga ciertas obligaciones como anularme a mí mismo para alcanzar la meta y lograr su importancia, esto me obligará a crear una familia.

A continuación, ¡yo me caso con una mujer que elija, no debido a mis instintos animales, sino más bien como resultado de mi búsqueda de un socio espiritual! Mi esposa se queda conmigo todo el tiempo y se convierte en un indicador a través del cual yo rastreo, si todavía estoy en el camino correcto.

Entonces, en realidad alcanzamos la meta que nos une; ¡en vez de tolerar simplemente el uno al otro, nos unimos como un todo! Esto es llamado: «Un hombre y una mujer y la Shejiná (Divinidad) entre ellos».

Empezamos a relacionarnos entre nosotros a través del Creador, puesto que no estamos solos: Él siempre está entre nosotros. Es por eso que veo a mi esposa a través del prisma del Creador, es decir, no veo tanto al Creador como ella. En consecuencia, ella ve al Creador y a mí.

Si no tomamos en cuenta el tercer factor que no vamos a ser capaces de construir un triángulo (un hombre, una esposa, y la Meta), ni seremos capaces de vivir juntos. En el nivel animal es posible, pero en el «nivel hablante» no es factible.

No voy a ser capaz de identificar al Creador, si no me veo a mi esposo o esposa a través de este prisma.

Originalmente, éramos parte de un alma común: Adán y Eva. Ahora, tenemos que revivir esta «estructura», a pesar de que la serpiente (nuestro enorme ego) nos ha dividido. Tenemos que corregir esta «serpiente» y revelar al Creador entre nosotros.

Pregunta: Entonces, es inútil esperar un «príncipe en un caballo blanco». ¿Debemos más bien buscar al Creador?

Respuesta: ¡El Creador está por encima de cualquier otra cosa! Más tarde podrás enfocarte en quien puede reponerlo a Él ante tus ojos.

(30406 – De una lectura «sobre la feminidad» del 12/14/10)

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