Invocar las corrientes de bondad

Existimos en un único sistema y cuando nos comunicamos, aunque no entendamos nada de manera física, seguimos realizando ciertas inclusiones en este sistema. ¡Constantemente! 

 

El único problema es que usualmente, nuestras conexiones con los demás son dañinas y egoístas, no nos ayudamos mutuamente a convertirnos en elementos activos, útiles que provoquen el buen flujo en este sistema, y se transmita a través de nosotros a los demás.  

 

Al grado que impulsamos el flujo de la bondad hacia otros, en esa medida fluye a través nuestro.  Las personas no lo entienden y cuando piensan mal de los demás, atraen el mal para sí mismas. Se incluyen en un elemento activo negativo y todo el mal pasa a través de ellas a los demás. 

 

Tales personas parecen tener éxito en algo, pero solo causan daño. Para sentir esto, solo tenemos que sensibilizarnos ante el sistema, al menos un poco. 

 

Incluso, con base a la mera idea especulativa, de que nos encontramos en un sistema integral, que somos elementos particulares por los que atraviesa el flujo de información y de sensaciones, podemos concluir que entendemos el universo, a nosotros y al mundo entero en el que existimos. 

 

Sabemos de cientos de opiniones científicas sobre este tema, que han revelado esto a nivel biológico, geológico y zoológico, desde Vernadsky hasta el día de hoy.  

 

Pero la humanidad simplemente está echando a perder el vasto, amable y revitalizante entorno en el que nos encontramos. Hacemos lo mismo con nuestra esfera espiritual, conforme contaminamos el mundo en su prístina bondad, salud y perfección.  

 

Si una persona comprendiera lo que está haciendo, permanecería en silencio y expresaría solo pensamientos, palabras y deseos que se dirijan hacia la meta: la completa y aparente unificación de la humanidad de manera positiva.

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