La Cabalá llega al rescate de la crisis actual de la educación y la crianza de los hijos

A menos que los hijos reciban las respuestas que necesitan, se desconectan de los padres y viven su propia vida. 

 

Con frecuencia, vemos que la nueva generación está en negación hacia sus padres y abuelos, los tratan con enojo y responden con agresión a sus consejos. Si viéramos este enojo como un llanto por algo más profundo, entenderíamos que ellos están en lo justo, porque la vieja generación no les está dando lo que necesitan.  

 

¿Qué le damos a la nueva generación? Aparentemente, ellos tienen todo: antojos, televisión o videojuegos. Pero no es lo que pide la nueva generación, ni lo que quiere, ni para lo que está destinada. Les falta respuesta a la pregunta, “¿Para qué vivo?” y explota en forma de ira y violencia. 

 

¿Por qué hay una generación de antes y otra de ahora? Los mayores necesitan brindar a la nueva generación, la información sobre la vida, transmitirles la sabiduría de cómo conducirse en la vida, responder a las preguntas fundamentales de la existencia, “¿Dónde estoy?, ¿Para qué? ¿Por qué? ¿De qué se trata toda mi vida?” 

 

Desafortunadamente, con más frecuencia, esto no pasa. La mayoría de los padres no saben las respuestas a estas preguntas. Sin embargo, ¿Les libera este hecho, de la obligación de cubrir las necesidades de sus hijos? Seguro que no. Si los padres no saben por sí mismos, ellos también deberían buscar. Los hijos dicen, “ellos me tuvieron, me trajeron al mundo y se siente como si ellos me lanzaron aquí sin ninguna ayuda”.  Esto es lo que los hijos sienten. 

 

Al no recibir las respuestas que ellos necesitan, los hijos se desconectan y se alejan de sus padres. El chico llega a casa, come algo y tiene su propia vida. El padre, la madre y lo que sea que hay, son como máquinas que abastecen sus necesidades físicas. Todo lo demás, que concierne a su alma y otras necesidades internas, no tiene nada que ver con ellos. ¿Quiénes son estas personas? Dinosaurios o robots que le sirven y andan por la casa. Así es justamente como le parecen los padres a los hijos.  

 

¿Puede ser diferente? Sí, pero solo si los padres mismos reciben una educación distinta. 

Si los hijos ven que sus padres están interesados en la esencia de la vida, la razón por la que vivimos y cómo lograrlo, si ellos ven que sus padres se desarrollan día a día, los hijos sienten que sus padres les pueden proveer las respuestas a cualquier pregunta. Ellos pueden explicar lo que sucede en el mundo y por qué, ayudarles a entender la crisis y todos los problemas, así se pueden relacionar correctamente con el mundo. Los padres no pueden solo explicar esto, sino también involucrarlos en esta sabiduría.  

 

Lamentablemente, si los hijos ven y sienten cuán miserables son sus padres, si son testigos de sus divorcios, consumiendo drogas o desperdiciando su tiempo, consumiendo su vida, ¿Qué tipo de actitud pueden tener hacia ellos? 

 

Los niños de ahora son muy listos. Por eso los padres deberían entender que, para bien de sus hijos, ellos se tienen que educar. 

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