La condición de la libertad absoluta

El Creador creó todo para dar placer al hombre. Pero necesitamos una vasija, el deseo de recibir el bien que Él quiere dar. Él quiso dar el placer que Él mismo disfruta: el otorgamiento. ¡No hay otro placer en el mundo!

 Sin embargo, para sentir ese placer, necesitamos tener la cualidad opuesta, la carencia de llenado debido a que el deseo opuesto al deseo de otorgar es el deseo de recibir placer. Es por eso que el Creador crea el deseo de disfrutar, una criatura artificial que no existía antes, como una impresión inversa de Sí mismo.

Y ahora, la criatura siente estos opuestos dentro de sí mismo. Por un lado, considera que es posible disfrutar del llenado de su deseo. Pero entonces, hace un cálculo y empieza a desear otorgar. Es decir, ya no busca el llenado.

Otorgamiento no es el llenado, sino una propiedad, un deseo de dar. En el otorgamiento, la persona no se complace por medio de lo que recibe a cambio, sino que la acción misma de otorgamiento se convierte en el llenado para él. Mientras que en la recepción, una acción es independiente de su llenado. Y cuando tengo el llenado, me siento complacido. Es decir, mi deseo y llenado son dos cosas opuestas, y necesito trabajar duro para recibir el llenado, puesto que es opuesto a mí.

Sin embargo, en el otorgamiento, sólo tengo que sentir el deseo de la otra persona y satisfacerlo. Y esta acción misma, que está relacionada con la otra persona a quien yo satisfago, se convierte en mi llenado. No espero recibir ninguna recompensa a cambio. Mi placer está en la acción de dar.

Debido a esta diferencia, la persona que trabaja con la recepción siempre tiene que comprobar y evaluar: ¿Cuánto he dado, y cuánto me pagarán? Esto se debe a que el pago no depende de mí, sino del otro, cuánto le gustaría pagarme. Pero si yo trabajo en el otorgamiento y sólo esto deseo, yo no dependo de nadie y ¡puedo decidir dónde está mi límite!

Por lo tanto, el que recorre el camino del otorgamiento establece por sí mismo hasta qué punto quiere estar en este. ¡Y el Creador está de acuerdo con él! Sólo hay una ley general de otorgamiento y amor, que envuelve y llena toda la creación. ¡No hubo ninguna restricción o prohibición del otorgamiento! Por eso cada criatura puede decidir por sí misma a qué nivel quiere estar en relación con esta cualidad, pensamiento, intención de otorgar.

Aquí no puede haber cálculo de cuanto he hecho y de cuanto recibiré. No hay necesidad de temer que si yo hice menos, recibiré menos. Yo estoy en esta ley general de otorgamiento mutuo, envolviendo el universo entero y llenándolo, puesto que «no existe nadie más que Él». Yo mismo establezco en qué grado quiero estar. De acuerdo con este grado, experimento la revelación o el ocultamiento de mi habilidad para otorgar, y en ese sentido yo disfruto.

(49673 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 7/29/2011, Shamati # 61)

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