Nosotros mismos producimos fenómenos tales como el ébola; nosotros mismos causamos brotes y picos de desequilibrio. Mucho se habló sobre esto en las redes de las antiguas prácticas médicas, incluso las orientales.
La medicina moderna ha evolucionado a lo largo de los últimos siglos y antes de eso un verdadero doctor no estaba limitado para dar medicinas.
Muchos antiguos sabios y curanderos indicaban la importancia del equilibrio mental de la persona, el cual tiene un efecto en su equilibrio corporal, en su salud.
Sin embargo, luego los tiempos fueron distintos, ya no estábamos tan interconectados los unos con los otros y entonces cada persona individualmente podía determinar el estado de su salud, cuidando del equilibrio de su sistema interno con la naturaleza, con el entorno. En consecuencia, un doctor podía tratarlo con tinturas y otras sustancias naturales, las cuales tenían un verdadero impacto.
Hoy en día, son ineficaces porque hemos sido envenenados por el entorno y estamos en un nivel de desarrollo del egoísmo completamente distinto. Pero en el pasado, los remedios naturales, que consistían de elementos inanimados, vegetativos y animados de la naturaleza, funcionaban, junto con las medidas de mantener y restaurar el equilibrio del paciente con el entorno en el nivel humano.
Hoy en día, este factor escasamente depende de la persona. Los enlaces cercanos de la «aldea global», la conexión universal, no le permiten equilibrarse y curarse realmente por medios naturales. En un mundo global, el equilibrio depende no de la persona, sino de la sociedad.
Por lo tanto, yo recomendaría a las organizaciones internacionales como las ONU, UNESCO, OMS y otras, hacerse cargo de este problema. Pero ellos deberían cuidar esto adecuadamente, entendiendo que desde tiempos inmemoriales hasta el día de hoy, al final todo depende solo del equilibrio entre las personas, el cual desde este grado «se expande» hacia abajo, hacia los niveles más bajos de la naturaleza y de nuestro ser.
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Del Kab.TV «Una nueva vida» del 10/19/14