La Torá se nos da en dos niveles. Uno de ellos es el nivel de las personas comunes, que determinan el marco de su comunidad y el hogar. Después de todo, la persona tiene que creer en algo, mantenerse ella misma dentro del marco, tal vez incluso aspirar a algo si desarrolla algún tipo de deseos superiores. Pero, en principio, la Torá fue entregada con el fin de elevar a las personas al nivel del Creador, donde no hay materia, cuerpos, o imágenes de forma alguna.
Por un lado, esta fuerza incorpórea lo controla todo, incluyendo nuestra materia; ella la lleva a algún tipo de imagen, a algún propósito. Por otro lado, ésta, en sí misma, no se siente en absoluto. ¿Cómo podemos tratarla? No hay ninguna manera. Es por eso que desde hace miles de años las personas rezan, lloran, y se atormentan a sí mismas y sin importar lo que hagan, no hay reacción.
Y con razón está ausente. Nosotros no alcanzamos al Creador. Para entrar en conexión con Él, tenemos que estar en el mismo nivel de Él o al menos tratar de estar al mismo nivel.
Por esta razón ha sido revelada la sabiduría de la Cabalá, y ésta explica cómo es posible pedir esta fuerza, la cual no sentimos, para elevarnos al nivel de sentirla, al nivel de diálogo, y al nivel de integración con ella.
(109447 – Del Kab.TV «Los secretos del Libro Eterno» del 25 de Febrero del 2013)
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