Los grados espirituales de los que habla Baal HaSulam se basan en un principio digital. Son leyes claras: la influencia de la luz, la reacción del deseo y la aparición entre ellos, de un medio para equilibrarlos llamado, pantalla.
Todo está construido sobre principios claros: cinco grados en el deseo (cero, uno, dos, tres, cuatro), cinco grados en la luz ( Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jayá, Yejidá) y la pantalla que los une. Así se construye el sistema de nuestra alma.
Pero sus sensaciones son análogas, no digitales. No están digitalizados por cuadrados o cubos, Todo crece así, sensorial e infinito. Cuando la luz llena la vasija, no deja espacios vacíos y da lugar a una integral definida.
Una integral es siempre una limitación. En lugar de calcular el área de alguna figura, la dividimos en cuadrados y luego los sumamos. La suma de los cuadrados nos da el área de la figura. De hecho, no es así, pero esta es la forma más próxima, depende de la precisión con la que la dividamos.
Así, tenemos una integral definida. ¡Perfecto! La luz llena todos los espacios vacíos del Kli (vasija). Los sentimientos que recibimos son analógicos, perfectos, a pesar de que la transmisión de información, su percepción, reproducción y en general todo excepto los sentimientos (la sensación de luz en la vasija) sucede por grados, exactamente determinados.
Pregunta:
¿Por qué no se creó el sistema análogo de forma correcta? ¿por qué debería haber dos sistemas: digital y análogo?
Respuesta:
Porque el sistema digital da precisión de medida, análisis y síntesis. El sistema análogo da la altura y perfección de la sensación.
Así es la conexión de ambos sistemas, pero solo porque se trata de la luz, que llena el Kli y todos sus espacios vacíos, sin dejar espacios en nuestras sensaciones que aún no estén llenas, aún no están incluidas en la integral.
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