El estado más peligroso no es el ascenso ni el descenso, sino la indiferencia. No tenemos la fuerza para salir de ella: ni hacia arriba ni hacia abajo. Se considera muerte. En un descenso, una persona experimenta varios problemas, influencias negativas y pensamientos extraños, pero está viva y no muerta. La muerte es la indiferencia.
El Creador dice: «¡Ve al Faraón!» Es decir, nos invita a descubrir qué tan opuestos somos a la fuerza superior, al mundo espiritual, al otorgamiento y al amor. Entonces tendremos herramientas para el trabajo: la Luz se revelará en el conocimiento de la oscuridad.
De lo contrario, no podemos discernirla ni sentirla. Por lo tanto, el exilio de Egipto fue necesario porque reveló nuestra completa oposición al Creador, ya que el Faraón es el lado contrario del Creador. Cuando una persona descubre el alcance de tal oposición, está lista para salir de Egipto.
Nuestro problema no es la luz ni la oscuridad, sino el crepúsculo gris, la indiferencia. Nada se puede hacer allí. Si estoy en prisión y me siento encarcelado, entonces hago todo lo posible por escapar. Sin embargo, si no siento que estoy encadenado, en prisión, aislado de la vida real, entonces estoy listo para permanecer en esta celda para siempre. No hay peor estado. Esta es una prisión real y solo el entorno puede ayudar a la persona.
Los estados malos o buenos conducen al avance, pero el estado de indiferencia es absolutamente estático y ocupa el 90% de nuestro tiempo. Se traga nuestra vida, dejándonos sin ninguna esperanza de alcanzar el propósito de la creación. Por lo tanto, debemos luchar contra eso. Esta es nuestra área de libre albedrío, el tercio medio de Tiferet, donde ni las fuerzas superiores ni las fuerzas inferiores actúan sobre nosotros —estamos en el medio, entre ellas y no podemos escaparnos a ningún lado. Esta es la verdadera prisión.
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De la primera parte de la lección diaria de Cabalá: «De las obstrucciones a los ascensos» (Preparación para la Convención Mundial 2018) 18/01/18
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