No por casualidad

Nada en el mundo sucede por casualidad; todo sucede con el único propósito de avanzar hacia la meta de estar unidos como un hombre con un corazón y conectarnos con el Creador.

Este es el propósito de la realidad. Y si lo deseamos, percibimos todos los problemas como oportunidad para acelerar nuestro progreso y guiarnos de la manera más corta y mejor.

Lo principal es detectar el centro de la decena y desde este centro, anhelar al Creador y pedir y exigir Su ayuda para avanzar, agradecerle por conectarnos en la decena y darnos la mente y los sentimientos para avanzar hacia Él.

La oración debe ser de gratitud y petición. Gratitud porque el Creador no nos dejó en un estado inconsciente como a las demás personas en el mundo, sino que nos permitió comprender dónde estamos y cómo debemos avanzar hacia la verdad, al mundo de la verdad, al estado verdadero y así aprender a controlar nuestro destino.

Todo es para dar satisfacción al Creador porque podemos acercarnos a Él y atraer a todos en este mundo con nosotros. El Creador quiere ver a la humanidad unida en una decena, en las diez Sefirot del alma de Adam HaRishon.

Este es nuestro deber con respecto al Creador y a la humanidad, porque estamos en medio de ellos y debemos conectar al Creador con los demás. Por eso, somos llamados siervos del Creador. Por un lado, estamos en el mundo corpóreo y estamos conectados con todos, por otro lado, estamos conectados con el Creador y debemos servir como un pasaje entre Él y los seres creados.

Tenemos ambas partes, una parte del Creador y una parte de los seres creados, que debemos conectar dentro de nosotros como Galgalta VeEinaim y AHAP y formar nuestra alma.

El Creador nos eligió para este trabajo: servir como canal de conexión, un medio de comunicación, un pasaje entre Él y la humanidad y queremos justificar Su confianza. Es un trabajo duro porque requiere que nos preocupemos no sólo por nuestro propio destino, sino también por el destino del mundo, sentir el dolor de todos y sentir sus deseos. Al mismo tiempo, es un honor especial recibir tal misión.

El centro de la decena es el lugar donde nos conectamos todo el tiempo, porque todos se anulan y se someten a la decena, se somete entre ellos. De esta manera llegamos al centro de la decena, de ahí nos dirigimos juntos al Creador. Si todos se anulan ante los demás, no nos queda nada más que un punto común en el centro desde el cual nos dirigimos al Creador. De lo contrario, el Creador no escuchará lo que queremos decirle.

Si veo que mis amigos arden y mi corazón está sordo, debería sentirme como un pequeño entre los grandes y participar lo mejor que pueda. Incluso si me siento en clase y no escucho nada, no veo nada, no entiendo nada, si mis pensamientos y sentimientos están adormecidos, estoy entre mis amigos a pesar de todo. Esto significa que me convierto en un embrión dentro de la decena, como un niño dentro de la madre.

El niño en el vientre de la madre yace acurrucado y no hace nada, sólo se anula y el superior lo desarrolla. De la misma forma, debo anularme en la decena, incorporarme tanto como sea posible y esperar a que mis amigos influyan en mí. Este es un estado muy elevado y esa auto-anulación nos permite crecer.

Al anularme y querer incorporarse a la decena, le estoy haciendo un gran favor, porque estoy haciendo la acción correcta, de acuerdo con las condiciones que el Creador ahora me pone. En la decena siempre representamos las diez Sefirot y cada vez jugamos un papel diferente en estas diez Sefirot. Por eso, los amigos no podrán avanzar si no hay nadie como yo anulándose entre ellos.
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De la lección diaria de Cabalá 5/feb/21, «La plegaria de muchos» (Preparación para el Congreso 2021)

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