Nuestra ancla

dr. michael laitmanEl Creador es el bien absoluto, escribe Baal HaSulam en el artículo «La esencia de la religión y su propósito». De hecho, el Creador es primordial; Él no tiene a nadie de quien recibir, Él es el otorgamiento completo. Si Él da, Él da bondad. Ser primordial significa que Él no tiene nada malo. Esto se deduce tanto de la consecución real, como de nuestras conclusiones intelectuales.

Pero en este caso, ¿por qué vemos tantas cosas terribles en nuestro mundo? Por supuesto, «No existe nadie más aparte de Él», es decir de la única fuerza que actúa. En consecuencia, todo proviene del Creador. ¿Cómo puede ser que nosotros sentimos nuestros estados como malos?

El hecho es, Baal HaSulam explica que el manejo del Creador es orientado hacia la meta. Con el fin de enseñarnos, llevarnos a la cima de la conciencia y la comprensión, el Creador tiene que llevarnos a través de todo tipo de estados bastante desagradables. Debido a ellos, nosotros empezamos a discernir qué es bueno y qué es malo, no ante los ojos de nuestro deseo egoísta, como al principio, sino en relación al deseo de otorgar.

Esta medida es tan opuesta a la que ha sido construida en nosotros desde el nacimiento, que ni siquiera entendemos la esencia de su oposición. Todavía tenemos que descubrirla, y en el camino se nos presentará varias veces de otra forma, con otro aspecto, lo cual requiere un enfoque diferente. Después de todo, cada grado es opuesto a las adyacentes, tanto en el inferior como el superior.

Así, la persona obviamente nunca puede estar segura de nada de lo que ella experimenta. Ella sólo tiene el «ancla», nuestro mundo. Aquí, nosotros estamos separados de la espiritualidad y en cada estado regresamos a esta separación, porque con cada paso, tenemos que caer al menos por un breve momento en el grado inferior. Sentimos como si todo lo espiritual desapareciera por completo, y entonces ascendemos a un nuevo nivel.

El estado de «este mundo» es especial porque aquí podemos existir de alguna manera sin intención alguna, separados de la espiritualidad. Puede ser un mundo imaginario, y aun así, vivimos en él, por así decirlo. Posteriormente veremos y entenderemos que esta no es la existencia, no es ser, sino una especie de «fluctuación». Sin embargo podemos ascender en la escalera de correcciones sólo si estamos en este mundo, experimentamos en él diversos fenómenos, fortalecemos al grupo y tratamos de hacer las acciones necesarias dentro de él.

Aquí, nos involucramos en la difusión; aquí queremos ver a la corrección. Dado que todavía no estamos en el mundo espiritual, este mundo material imaginario se convierte para nosotros en el «fundamento» sólido e inquebrantable. Esto significa que la especificidad de nuestro grupo también sale de este mundo.

Por lo tanto, el manejo del Creador orientado hacia la meta nos lleva a través de estados horribles, propios del proceso de crecimiento, hacia el fruto sublime y dulce. Se nos dice que la ventaja de la Luz se conoce a partir de la oscuridad. Si el proceso se retrasa, esto también muestra la altura y la singularidad de la criatura en particular. Después de todo, cuanto más compleja sea el alma, más etapas de crecimiento requiere.

Sin embargo, esto no está directamente relacionado con su ritmo. Nosotros aceleramos el tiempo cuando deseamos cambios a cada momento. Si yo he estado en el «negocio» durante veinte años y no he llegado a ninguna parte, no debo asegurarme yo mismo que tengo un alma elevada que requiere mucho tiempo para la «preparación». No, yo debería juzgar mi desarrollo no por los resultados, sino por la velocidad de los cambios internos. Eso es lo que determina si paso a través de la Luz o de la oscuridad, por el camino de la Torá o por el camino del sufrimiento.

Y aquí, todo depende de mi propia preparación: Si yo mismo me preparo para los cambios, acelero el tiempo y convierto el camino no deseado en deseado. De hecho, no hay un camino «no deseado». La persona no puede admitir, llorando, que el Creador la lleva hacia la meta de la creación. Nosotros no somos una horda de esclavos que camina penosamente hacia el bien absoluto forzada por un látigo. Esto es simplemente imposible. No, en cada etapa y momento, yo tengo que elegir entre el camino de la Torá y el camino del sufrimiento. La diferencia entre ellos la determina mi preparación: si quiero exponer mi estado de antemano y ver cuán lejos estoy de la meta de la creación.

Y la meta es mi adhesión con el Creador, es decir una completa equivalencia de forma con Él. ¿Cómo es esto posible? Él es el deseo de otorgar y yo soy el deseo de recibir. Somos polos opuestos.

El hecho es que el Creador me envía la Luz que Reforma, para que mi deseo obtenga la «vestidura» del otorgamiento. Esto también es llamado la «pantalla y la Luz Reflejada». Por lo tanto, yo me vuelvo como Él.

Pero ¿puedo asegurar que avanzo en la dirección correcta? Para ello tengo un grupo en el que tengo que trabajar. Si realmente me esfuerzo, espero que el Creador lleve a cabo las acciones necesarias en mí, organice «ejercicios» para mí. Estoy listo para ellos, yo los quiero y acepto todo de buena gana, con alegría y gratitud, bendigo el mal tanto como el bien.

Pero, ¿cómo puedo comprobarme a mí mismo en esto? El criterio es el siguiente: Cuando llega la pesadez de corazón, yo me alegro, me complazco al tener un lugar para trabajar, de que el Creador no se ha olvidado de mí y me muestra la altura del siguiente grado. Ahora, me falta sólo la Luz para elevarme hasta él en la intención altruista.

Así, la pesadez de corazón me muestra que ahora puedo ascender a la propiedad de otorgamiento. Esta es la diferencia entre el camino de la Torá y el camino del sufrimiento.

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De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 11/7/13, Escritos de Baal HaSulam

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