Un breve momento y una vida eterna

El deseo da sabor al llenado. Cada trago de agua es desgarrador y prolongado cuando me estoy muriendo de sed. El llenado puede ser parcial, pero el deseo es grande, y la discrepancia entre ellos crea una sensación de vida.

Por lo tanto, la vida puede ser medida no por el deseo o el placer como tal, sino por la lucha entre ellos. Cuanto mayor sea la tensión o el intervalo entre ellos, más vida y más energía poseen.

El problema comienza ya sea cuando mi vasija está vacía o cuando está llena. La clave es llevar la vasija vacía para ser llenada y captar el momento de su contacto.

¿Cómo me aferro a este momento? Después de todo, incluso los mayores placeres de comida, sexo y reconocimiento, tras haber alcanzado su punto máximo, disminuyen y mueren. Yo vivo de instante en instante. Mi vida apenas brilla, rompiéndose con el vacío y hundiéndose de nuevo en él.

Como dice la canción, «Sólo un instante separa el pasado y el futuro», un instante entre la Luz que brilló ante mis ojos y el oscuro vacío que está a punto de consumirlo. Antes de que el actual placer expire, tengo que buscar el siguiente para que no pierda yo la sensación de estar vivo.

Sin embargo, los deseos en constante crecimiento, y la desesperación superan el mundo. La promesa de los placeres futuro ya no está allí, los premios «transitorios» no disipan la presión de la oscuridad, y la vida se convierte en inútil.

Nuestra vida disminuye, ya que no puede aferrarse a la breve experiencia de placer. Esto tiene que ser aprendido. Es decir, tenemos que aprender a vivir por encima de nuestro egoísmo, trabajar en contra de él. Entonces, una persona atraviesa diez «plagas de Egipto», deja por debajo sus deseos, y sale al «Monte Sinai», la Luz que puede darle una pantalla.

El logro espiritual se basa en una vasija especial (Kli) que te permite mantenerte por encima del deseo, en el otorgamiento. Después de haber organizado un Kli de otorgamiento, la persona adquiere la oportunidad de estar constantemente en contacto con el placer, y, al mismo tiempo, no poniendo fuera el deseo, ya que no es el deseo el que se llena, sino la intención de otorgamiento que se eleva por encima de él.

Una persona obtiene perfección cuando otorga, cuando sale de sí mismo y vive en el placer que él devuelve a los demás. Su vida, la vida eterna, no reside en su deseo personal, sino en la Luz Reflejada que llena sus deseos y deleita al Creador.

(30718 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/24/10, «La perfección en la vida»)

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