Nuestra vida es un campo bendecido por el Creador, sobre el cual debemos hacer crecer nuestro futuro espiritual. De nosotros depende qué tipo de cosecha recogeremos de este campo.
Todo depende de cómo tratamos este suelo del que debería crecer, de nuestra actitud para trabajar juntos hacia el Creador. El Creador le da a esta tierra la fuerza para cultivar según nuestros deseos.
Depende del trabajo entre nosotros y de nuestra apelación al Creador. El campo es la conexión entre nosotros en el grupo y el Creador. Y necesitamos pedirle que nos una más para que nuestra oración común llegue a Él y así dé fuerza a la tierra para que dé frutos.
Esta oración depende de nuestro deseo de lograr un resultado juntos y de nuestra voluntad de poner todas nuestras fuerzas y esperanzas en este logro, entonces nacerá de nosotros una oración genuina, que nos despertará y obligará a nuestro campo a dar su cosecha. como dice: “Mis hijos me han vencido”.
Así sentiremos, alcanzaremos y descubriremos el mundo entero, llamado campo. El mundo se abrirá ante nosotros como un libro y avanzaremos como un alma, una fuerza, donde todos dependen unos de otros y están conectados entre sí. Es cuando revelaremos que realmente tenemos frente a nosotros un campo de vida bendecido por el Creador.
Queremos recibir la fuerza y el conocimiento del Creador sobre cómo trabajar con nuestras vidas para convertirlas en elevación al nivel del mundo espiritual.
