“Y los niños se entrechocaban dentro de ella”. (Génesis, 25:22). Esto se refiere a las intenciones. El Creador creó el deseo de disfrutar y no han ocurrido cambios dentro de éste.
Con el fin de ayudarnos a ser independientes, sin embargo, el deseo de disfrutar ha sido ocultado de nosotros. Se revela dentro de nosotros (a pesar de que sentimos que sucede frente a nosotros) en la medida en que somos capaces de lidiar con él.
“Lidiar con un deseo” significa reemplazar a Esaú, una intención egoísta que se origina en un entorno equivocado, con Jacob, la intención altruista que se produce dentro del entorno adecuado. Elegir el entorno correcto es la única elección. El deseo mismo se queda intacto.
Para corregir, digamos 10 gramos de deseo egoísta que surge dentro de mí, empleo toda clase de remedios que me son entregados desde lo Alto. Me traslado del entorno incorrecto al correcto y así me expongo a la influencia del grupo, los libros y el maestro hasta que ellos se convierten en el Creador para mí. En otras palabras, veo la Fuerza Superior detrás de ellos y comienzo a entender que no hay nadie más aparte del Creador
Debido al entorno y a mi capacidad para ver al Creador a través de éste, puedo modificar mi intención. Anteriormente, recibía y otorgaba con el propósito de recibir, pero ahora puedo aplicar una restricción (Tzimtzum) a mi intención, lo que significa que puedo también aplicarlo al deseo que “actúa bajo” esta intención. Con la ayuda de la Luz, comienzo a otorgar para otorgar y más adelante podré recibir para otorgar.
Cada deseo tiene dos intenciones: recibir para su propio beneficio u otorgar para los amigos. Esta es la razón de la lucha, y el rol decisivo en ésta la da el entorno. ¿Cómo despiertan Esaú o Jacob dentro de mí? ¿Son mis intenciones para recibir o para otorgar? Ambos luchan por el deseo dentro de la persona, “libran una batalla dentro de ella”.
(25547 – De la primera parte de la lección diaria de Cabalá del 1 de noviembre 2010 – Y los niños se entrechocaban dentro de ella.)