Uno no puede volverse humano sin amor

La sabiduría de la Cabalá es el medio que nos permite elevarnos del nivel animado al humano. Si no usamos estos medios para transformar nuestra naturaleza egoísta, permanecemos como animales, como está dicho: «Todos somos como animales».

Realmente, en ese caso, nos desarrollamos sólo dentro de nuestro ego; no tenemos nada con qué corregirlo y elevarnos por encima de este, desde los deseos de recepción a los deseos otorgantes. Entonces, sentimos sólo este mundo; vivimos y morimos como animales.

Mientras que en el grado humano, me vuelvo similar al Creador (hombre o «Adam» viene de la palabra «Edomé» o similar en Hebreo). Con la ayuda de la herramienta llamada «La Luz que Reforma» la cual atraigo hacia mí al leer textos cabalísticos y especialmente con El Libro del Zóhar, la fuente más fuerte de la Luz superior oculta, puedo corregirme y ascender de la naturaleza egoísta a la altruista, hacia el otorgamiento y amor por otro ser humano.

Entonces, en lugar del deseo de usar al otro, le otorgo, y en lugar de odio, siento amor hacia él. Según el grado en que alcanzo su naturaleza, comienzo a descubrir la fuerza superior en mis deseos altruistas, en mis propiedades de otorgamiento y amor. Siento lo que llena mis nuevas cualidades, y esto es llamado «la Luz superior» o «el Creador».

Sin embargo, todo esto es alcanzado en la fuerza de otorgamiento ¿Cómo podemos lograrlo? Para este propósito, antes que el nivel más bajo del mundo de Assiya llamado «este mundo» fuera hecho, la criatura creada por el Creador y llamada el alma común de Adam (Hombre) ha sido fragmentada en muchas piezas. Ahora, con el fin de atraer la Luz, esas piezas deben unirse unas con otras en el estado previo antes de la ruptura, cuando la Luz Superior las llenaba.

Aun cuando no nos podemos unir a unos con otros por nuestra cuenta, pero deseándolo, anhelando y esforzándote con todo tu poder, mediante nuestros esfuerzos atraemos la Luz desde el estado de unidad. Esta Luz no viene a nosotros y no se viste en nosotros porque no nos hemos unido aun. Pero brilla hacia nosotros desde lejos, según el grado de nuestra aspiración por ello, la Luz de otorgamiento y amor por el otro.

¿Pero realmente aspiro a esto?… Imagino que anhelo esta Luz, algo muy bueno para mi ego. Pero si lo interpreto correctamente, como la Luz de otorgamiento y amor, la cual disfruto al otorgar a otro ser humano, y actúo sólo por el bien del otorgamiento, entonces no lo quiero particularmente.

Así, primero que nada, para esforzarte por la Luz, por la corrección, para llegar a ser el dador y amar al otro, debo adquirir la importancia de esto. Puedo obtener la importancia de la corrección de las siguientes dos fuentes:

1.- Si sufro, si siento dolor, me esfuerzo por cambiar mi condición. Estoy incluso dispuesto a dar, sólo para no sentirme mal. Esto es llamado avance por el camino del sufrimiento.

2.- Puedo recibir la importancia del otorgamiento y del amor por otro ser humano del entorno que comenzará a «lavarme el cerebro» convenciéndome de cuán importante es otorgar, cuánto podemos ganar, cuán bueno es, cuánto placer trae el otorgamiento.

Uno parece contradecir a lo otro: «¡Otorga y recibirás placer!» «¡Otorga y sentirás el mundo superior!» Esto es llamado «Lo Lishmá» (para sí mismo), pero en cualquier caso, esta es una fase de avance intermedia. En ese caso, me esfuerzo por avanzar en el camino de «Lo Lishmá», el camino de la Luz. Todos somos egoístas y tenemos que imaginar que hay una entendible ganancia propia esperándonos; de otra manera, no seremos capaces de hacer nada.

Por lo tanto, estoy en el grupo, junto con personas que también quieren alcanzar la espiritualidad. No es importante que todos imaginemos el mundo espiritual como un buen premio: queremos estar por encima de otros, ganar más, elevarnos encima de esta corta vida llena de sufrimientos, alcanzar algo que lo valga, algo grande.

Si promovemos la importancia incluso de esta meta unos a otros, entonces algo exaltado, grande, eterno, perfecto, de gran valor será revelado en la conexión entre nosotros, y tendremos fortaleza para avanzar hacia la conexión interna entre nosotros al menos ligeramente. Si en la conexión entre nosotros, descubrimos la fuerza interna común llamada la vasija espiritual, el deseo de otorgar, entonces en esta vasija, según el grado de este deseo de otorgar, revelaremos la Luz: la Luz del otorgamiento, la Luz superior, o el Creador.

Entonces, antes de comenzar a leer El Libro del Zóhar y así atraer la Luz, tenemos que imaginar que aspiramos a estar en la conexión interna entre nosotros, en la cual cada uno se anula a sí mismo y sólo siente a los otros: todos, juntos, todo el grupo interno, donde estamos conectados unos con otros en nuestras almas. Y en esta conexión entre nuestras almas, revelamos la Luz, la fuerza común de otorgamiento y amor, y el Creador dentro de ello. Si esta es nuestra línea de pensamiento al leer El Zóhar, este nos influye de la manera más efectiva.

No importa cuánto entendemos el texto y sabemos las palabras. Es importante pensar sólo en una cosa todo el tiempo: «Ahora, estoy tomando un medicamento. Quiero conectarme con otros, y entonces, en la unidad entre nosotros, obtendré todo: todo el mundo espiritual, superior ¡Es lo que espero!»

(46323 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 6/24/2011, El Zohar)

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