Ajustándonos al diapasón superior

Dr. Michael LaitmanUn grupo de cabalistas no se construye a través de una reunión casual de personas. Más bien lo reúnen de lo Alto. La naturaleza global lo construye todo, incluyendo el grupo que hay a nuestro alrededor y dentro de nosotros.

Depende de mí el relacionarme con un grupo como una comunidad de personas de este mundo que se reúnen siguiendo la influencia de la potencia de la fuerza superior que crea condiciones únicas para nosotros, de tal forma que tratemos de conectarnos entre nosotros a través de una red de relaciones más elevadas. Depende de mí el relacionarme con un grupo como un ofrecimiento del Creador para que yo me inserte en una sociedad superior, y no olvide nunca esto.

Entonces, depende de mí el aceptar como un componente deseado a todo aquel que viene a un grupo, cultivar esta relación todo el tiempo, moldearlo y considerarlo cada vez más.

No tengo otra forma de comunicarme con la fuerza superior, sino por medio del grupo. Si quiero hablar con el nivel superior, depende de mí el volverme hacia un grupo como un modelo que ofrece conectarse conmigo. Sólo a través de él que puedo explicarle esto al nivel más elevado, al «Creador» que me creó, a todos nosotros, al mundo entero.

¡Esta relación con un grupo es muy importante! Es de entender que a través de él, yo hablo con el Creador. De allí surge nuestra obligación de orar por los muchos, de volvernos a través de cada uno hacia el Creador, de relacionarme con los demás con amor. Con el fin de ser dirigidos al siguiente nivel, hacia el Creador, debe haber relaciones de igualdad entre nosotros, a pesar de nuestras diferencias.

Tratamos de crear a partir de nosotros mismos un todo en el que no existan deseos, intenciones, anhelos, y conexiones personales. Más bien, que todo se mezcle en una sola gota de tal manera que dentro de ella, nos perdamos a nosotros mismos y adquiramos la inteligencia del siguiente y más alto nivel, sus deseos y pensamientos con los que nos convertimos en un todo único.

De acuerdo a la ley, «diez se convierten en uno». Luego se dividen otra vez en diez (el ego crece) y de nuevo se conectan en uno, y así es en los 125 niveles de nuestro ascenso.

Esto significa que en cada nivel se nos da una matriz, y si trabajamos correctamente con ella, entonces nos comunicamos a través de ella con el Creador. Esto no es como lo que hacemos cuando nos comunicamos por teléfono o a través del computador. Más bien, nos elevamos a ese nivel emocional y nos incluyen en una conexión directa con el nivel. Así, el Creador, es decir el siguiente nivel, comienza a vivir dentro de nosotros.

La única diferencia es que en nuestro nivel, en el ocultamiento, si no sentimos al Creador, en el siguiente nivel, nos sentimos a nosotros mismos y al Creador como un todo, incluyendo la inteligencia de todo el universo, una reunión general de comunicación, al programa de la creación. Este estado es llamado «adhesión» al Creador, y después de ello, hay más de 125 niveles en los que crece la adhesión con Él.

Depende de nosotros el hacer realidad esta posibilidad que se nos da en esta encarnación de la vida, el relacionarnos seriamente con un grupo y sintonizarnos con la realización de nuestra relación con los demás de forma permanente. De hecho, todo el resto de nuestras acciones son mucho menos útiles para el ascenso a un nivel superior que lo que podemos hacer en un grupo.

Incluso cuando salimos al público más amplio con diversas actividades, les pedimos sólo que la necesidad de conectarse crezca entre nosotros. El salir a la humanidad puede implementarse a través de distintos medios de comunicación.

Todos estos son útiles ya que, ante todo, lo importante para mí es la comunicación directa, clara y correcta con esos amigos que han sido reunidos por la fuerza superior, y depende de mí el trabajar con ellos en contra de mi voluntad. Si esto fue lo que me dieron para decidir, jamás los habría elegido a ellos. No sé por qué estoy obligado a alcanzar el nivel superior, así que ellos me dan un grupo en el que me corresponde dirigirme y organizarme a mí mismo correctamente.

Junto con esto, depende de mí el entender que todos los demás están absolutamente dirigido de la forma correcta, y yo me convierto en una única cuerda entre un centenar de cuerdas afinadas con las otras. Sin embargo, en primer lugar, me siento afinado de la mejor manera, y a pesar de que salir de mi un horrible sonido, me parece como algo agradable.

Como una madre que mira a su bebé y a ella le parece el más hermoso y le parece que el mundo entero no vale nada en comparación con él, así también yo me relaciono conmigo como el favorito. Todo el resto me parecen absolutamente desafinados, tanto así, que depende de ellos el afinarse ante mí.

Sin embargo, en la realidad, nuestra afinación debe ser completamente al contrario. Es de mí de quien depende el aceptarlos a todos y a cada uno de ellos como un instrumento completamente afinado o una colección de características absolutamente corregidas. Yo soy el único que no está corregido, y no sólo en un grupo, sino también en el mundo entero, en el universo entero. Yo soy el único que necesita corrección. Entonces, todo fue creado para mí. Cuando la persona se relaciona con el mundo de esta manera, ella puede decir: «¡El mundo fue creado para mí!»

Relaciones como éstas en un grupo nos sitúan en el correcto estado. Yo le agradezco a la fuerza superior que me lleva a un grupo. Le agradezco que me muestra cómo los critico a todos, y los rechazo y los odio. Me relaciono de manera razonable con parte de ellos porque debo estar conectado con otras personas, recibir de ellas, de tal forma que pueda sentirme mejor.

Yo afino gradualmente la cuerda un poco más y luego un poco más. La llevo al sonido ideal en relación al diapasón. El diapasón es el movimiento general del grupo en el que el sonido superior ya se ha sentido parcialmente. Cuando el movimiento general entra en armonía, la esencia superior se revela en él.

(140651)
De la Convención en Sochi, «Día dos» del 7/14/14, Lección 3

 

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