Del punto más alejado del Creador hacia la plenitud

Comenzamos del punto más bajo, más alejado. No hay nada más lejano del Creador que el hombre.

El atributo del Creador es otorgamiento, mientras que el atributo del ser creado pertenece al nivel inanimado. Casi no existe diferencia entre los dos, excepto por el hecho de que el nivel inanimado está bajo el control absoluto del Creador y está 100% en auto negación, como si no tuviera nada propio.

Después aparecen los niveles vegetativo y animado. Son algo diferentes al nivel inanimado, no en sus intenciones y deseos sino en su mecanismo que parece ser opuesto al Creador.

Los niveles del vegetativo y animado crecen, se mueven y se desarrollan, y así se alejan más del Creador. Aun no salen de Su control, sino que el Creador simplemente les «permite» estar incorporados a las dos fuerzas y desarrollarse bajo Su control. Es por eso que todos esos niveles son llamados naturaleza.

Entonces aparece el nivel del hombre y también pasa por los estados de: inanimado, vegetativo, y animado y hablante. Es en este último nivel que comienza el libre albedrío.

La Libertad es un concepto relativo y depende del objeto observado. No juzgamos a las piedras o a los árboles, pero si juzgamos a los animales, lo cual nos permite entrenarlos y por lo tanto usarlos. El hombre ya puede ser juzgado en todo el sentido de la palabra.

Eventualmente el hombre se encuentra a sí mismo lo más alejado del Creador; está tan alejado que llamamos a esta naturaleza «la inclinación malvada», mientras que las etapas previas son llamadas naturaleza, es decir bajo el control del Creador.

Entonces la pregunta es: ¿Si la mayoría de las personas pertenecen al nivel natural de desarrollo, cómo avanzarán? Al fin y al cabo, todos comenzamos desde el nivel inanimado.

Para hacer eso, existe una herramienta especial: el sufrimiento. La herramienta opera en nosotros y nos hace avanzar. Asociamos el sufrimiento con una mala sensación, pero debemos entender que no es sólo una herramienta sino todo un sistema que inicia el desarrollo. A través de este, todo se desarrolla hacia la plenitud.

Entonces en las siguientes etapas, nuestro desarrollo también va en esa dirección, más alejado del Creador, de acuerdo a nuestro libre albedrío. En nuestra naturaleza, en la inclinación malvada, nos alejamos cada vez más del Creador, y entonces tenemos que acercarnos a Él con la ayuda de la intención. Comenzando de un cierto punto llamado «Lishmá» (por Su nombre), comenzamos a acercarnos al Creador y a entrar en Él.

Es en este punto inicial de la intención altruista que adquirimos por primera vez un libre albedrío real, mientras que previamente sólo teníamos el sustituto egoísta.

(65313 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 1/4/12, «La Libertad»)

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